Crónica de… La literatura de los cuentos

Crónica de… Cuentos de niños con moralejas para adultos

La escritora lasecana Esther Méndez ha publicado ya dos de sus cuentos infantiles, con los que a través de dibujos y palabras imprime los valores necesarios en la educación de los más pequeños

El poeta James Russell Lowell decía que “los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra”, y la escritora Esther Méndez pretende ser la abeja reina que lleve los valores y la educación a los niños a través su pluma, su imaginación y sus álbumes ilustrados.

Profesora de educación infantil por vocación y escritora por «casualidad», la autora lasecana es amante de los libros para niños desde que era pequeña, tanto de leerlos como de crear sus propias historias. Aunque sus inicios como escritora sólo se quedaban en la intimidad de su aula y como secreto entre ella y sus alumnos, la joven quiso probar suerte en el mundo editorial sin saber que esa acción, a la que no le daba la suficiente importancia, le iba a llevar a convertirse en una autora auténtica, de las que aparecen en las estanterías de las librerías.

El día a día, los viajes y el hecho de convivir con niños son una fuente de inspiración para Méndez, quien ve en estos tres elementos las musas de sus historias, ya que según admite «la vida en sí misma es una inspiración». Explica que a la hora de escribir el silencio y la tranquilidad le ofrecen la concentración que necesita, pero el bullicio de las vivencias diarias son lo que reflejan las necesidades de sus principales lectores; los más pequeños.

Admite que, a diferencia de lo que muchos creen, escribir para niños «es muy complicado», ya que hay que ser breve, a la par que directo, con un lenguaje sencillo que transmita todo lo que se quiere contar, pero sobre todo «hay que ser divertido». La joven revela que la clave de los cuentos infantiles y algo que no puede faltar es la diversión, puesto que hay que buscar enganchar al niño y que de alguna manera eso le haga querer seguir leyendo cuando sea mayor. «Se deben incluir cosas absurdas, de esas que los adultos consideran tonterías pero que para ellos pueden ser un mundo y una forma de enrolarlos en el barco de la lectura».

La creadora de mundos e historias sostiene que para que un cuento tenga sentido tiene que tener una reflexión. «Toda la literatura infantil la tiene, incluso la que leíamos nosotros cuando éramos pequeños, aunque los valores que se imprimen ahora no sean los mismos o se hayan incluido unos nuevos». Y es que las moralejas son capaces de explicar lo que los adultos muchas veces «no saben expresar bien» y considera que son una parte «fundamental» de todo libro. Además, Méndez está convencida de que esas enseñanzas que se plasman en los libros para niños muchas veces son más útiles para los adultos, ya que estos pueden sacar más reflexiones y razonamientos de los que son capaces los más pequeños.

Público sincero

Como los cómicos cuando no consiguen sacar una carcajada de sus espectadores, los escritores de cuentos infantiles se enfrentan cada día a un público «no exigente, sino sincero». Lectores ávidos de aventuras, magia o historias locas y que, cuando algo no les gusta «no se molestan en disimularlo». «No es que te digan directamente que no les gusta el libro, sino que se distraen, dicen que se aburren o que tienen sueño… y eso es porque no has conseguido engancharlos».

La autora reitera que «no es nada fácil» escribir un álbum ilustrado. Explica que la creencia popular es que por tener dibujos y poco texto es más sencillo que una novela, pero que pasa todo lo contrario, «hay que transmitir todo lo que se quiere en un libro que no supere las 1.000 palabras, utilizar un lenguaje sencillo y con palabras que capten la atención de los niños». De hecho, desvela que cuando los escritores de literatura infantil presentan el manuscrito a las editoriales «es mucho más largo» y después hay que ir recortando «aquellas cosas que no son tan importantes o que, sin querer, nos vamos por las ramas». Además, puntualiza que en ocasiones no se compran los álbumes ilustrados por el hecho de tener pocas palabras, «pero es que quizá con esa cantidad se transmitan muchos más valores que con algo más largo».

Por otro lado, un complemento a las palabras que, «suele trasladar incluso más que el propio texto», son los dibujos que lo acompañan. Mientras Esther escribe imagina a sus personajes, los espacios que los rodean y hasta la forma de expresar las sensaciones que estos sienten. A través de anotaciones sobre la ilustración, la escritora explica a la diseñadora los detalles que a simple vista no se ven de su cuento. «Yo soy autora porque me encargo de las palabras, pero ella también lo es porque las imágenes que acompañan a mi texto muchas veces dicen aquello que yo, al verme limitada por el número de palabras, no puedo, y por eso su trabajo es tan importante como el mío», aclara.

La autora de ‘Los calcetines mágicos del Capitán Pantuflas’ y ‘Hache quiere ser cantante’ admite contenta que sus libros han tenido «más éxito del que esperaba», y que incluso muchos compañeros de profesión los llevan a sus clases para contárselos a los niños, e incluso en las academias de oposición los recomiendan para presentárselos a los tribunales. «Está siendo una locura y estoy encantada de la acogida que han tenido mis pequeñas obras». Pero no es oro todo lo que reluce, y Méndez esclarece que a la hora de publicar hay que tener el apoyo de una editorial que te respalde para conseguir llegar a un público mayor. «Luego lo difícil es verte en las estanterías de las librerías, pero eso ya es otro nivel», comenta risueña.

Cuentos que enseñen

La profesora de infantil argumenta que los libros son esenciales en el desarrollo de los niños, pero sólo pueden hacer su función dependiendo de la importancia que los adultos le den. «Si el adulto le da la relevancia que merece, los niños lo recuerdan, pero sino acaban olvidando la historia y la enseñanza que esta tenía». Concibe los cuentos como una forma de fomentar la lectura en los más pequeños y desvela que la entonación con la que estos se cuentan tiene un papel fundamental, «es más importante contarlo bien que escribirlo bien».

«Es más importante contar bien una historia que escribirla bien»

Esther Méndez admite que a día de hoy sigue siendo una enamorada de los libros infantiles, pero que sus favoritos han cambiado desde que era una niña y en sus estanterías no podía faltar ‘La Bella y la Bestia’. «Ahora existen libros que tienen unas moralejas increíbles al tiempo que son muy divertidos, y es difícil decantarse por unos u otros autores». De lo que está segura es de que este tipo de literatura tiene algo «que engancha», y que al igual que pasa con las películas, «los adultos las podemos disfrutar más ahora porque las reflexiones que se extraen son mucho más completas que las que sacas cuando eres pequeño».

Pero lo que la autora tiene claro es el que mundo de la literatura infantil es su mundo. «Tengo algún que otro texto, estructuras o guiones de novelas, pero cuando me pongo a escribir en serio acabo haciéndolo para niños», así que de momento va a quedarse con sus cuentos y sus pequeños lectores, para quienes ya está preparando un nuevo proyecto junto con la ilustradora Tania Ávila del que, por el momento, no puede revelar nada.

De cara al verano la joven recomienda, además de sus libros, los cuentos de autores como Gracia Iglesias o de Tania Ávila, y recuerda la importancia que un buen cuento puede tener en el futuro de los niños.