Pozaldez refleja la esencia de la villa y de la variedad verdejo en su nueva añada
La presentación de los vinos de Carrasviñas, Martívillí, Rueda Pérez y Pindal ensalza el trabajo de viticultores y bodegueros tras una vendimia compleja en la que se les ha puesto a prueba, y pone de manifiesto la importancia de una buena materia prima para un resultado de calidad
Un lugar: el Centro Cívico de Pozaldez. Una hora: las doce de la mañana. Un motivo: presentar la nueva añada de los vinos del municipio. En una mañana fría en la que el viento invernal y un cielo grisáceo amenazaban con descargar una buena nevada, viticultores, bodegueros, sumilleres, vecinos y representantes de las distintas instituciones se dieron cita en el Centro Cívico de la localidad pozaldeja para conocer en primicia la nueva oferta vinícola; un reflejo de la esencia de la villa y de la propia variedad verdejo con la que se elabora el oro líquido que deleitaron los asistentes.
Poco a poco y tras los saludos previos, los presentes fueron tomando asiento con un murmullo constante que sólo cesó cuando el micro del escenario se abrió y el alcalde, David Pereira, comenzó a presentar el acto. El regidor evocó el primer contacto que de niños todos hemos tenido con el vino «cuando ibas con tus padres a esos bares de inmensas barras de mármol, con pequeñas montañas de serrín en el suelo, y te daban un sorbo de vino para ver qué cara ponías». Acto seguido y tras hacer sonreír a los presentes con el recuerdo, Pereira puso de relieve la relevancia que tiene el vino como motor de la economía local, pero también como recurso social.
A continuación, y tras presentar a las autoridades: Raquel Alonso, delegada territorial de la Junta de Castilla y León, Inmaculada Toledano, diputada del servicio de promoción Agroalimentaria en la Diputación de Valladolid y Jesús Diez, director técnico de la Denominación de Origen Rueda, le pasó el micro a los verdaderos protagonistas del acto, los portavoces de las bodegas de Pozaldez, para que expusieran sus elaboraciones.
Con el tintineo de las copas y el rumor de los comentarios del público como banda sonora de un ambiente distendido y familiar, Ángela Lorenzo –copropietaria y enóloga de Félix Lorenzo Cachazo-, Miriam Ferrero –directora técnica de Ángel Lorenzo Cachazo. Martivillí-, Almudena Muñoz –de Rueda Pérez- y Luis Francisco López –de bodegas Pindal- dieron a conocer sus respectivas añadas 2022; Carrasviñas, Martivillí, José Galo y Pindal.
Todos ellos apuntaron a las dificultades a las que se habían enfrentado para sacar esta añada adelante, pues la sequía y los parámetros analíticos descompensados de las uvas les propusieron un reto que «no hubiera sido posible superar sin mucho esfuerzo», señaló Lorenzo, «y sin el trabajo previo que los viticultores han llevado a cabo en la viña, ya que ellos son los primeros en plantar cara a este tipo de complicaciones» apostilló Muñoz. Por su parte, tanto Ferrero como López comentaron la importancia de tener una buena materia prima para obtener un resultado de calidad, algo que empieza en el campo y termina en la bodega con el trabajo en equipo de bodegueros y viticultores. Un matiz que se encargó de remarcar el presidente de la Asociación de Sumilleres de Castilla y León, Pablo Martín, en una breve intervención en la que felicitó a ambos gremios.
Seguidamente, la diputada, Inmaculada Toledano, y la delegada territorial, Raquel Alonso, recordaron la importancia de la Denominación de Origen Rueda y del vino en general en la provincia y en la comunidad autónoma. Alonso apostilló que «es un orgullo ver como empresas familiares de nuestra tierra se han convertido en imperios y en representantes de lo que supone ser de aquí; una prueba de esfuerzo, constancia, trabajo, humildad y del sentir de la tierra llevándolo incluso fuera de España» a lo que Toledano añadió que ambas instituciones van a «seguir apoyando a este sector que lleva el nombre de la provincia y de la Comunidad lejos de las fronteras».
Misma uva, diferentes matices
Y mientras los representantes de las bodegas hablaban, los presentes tuvieron la oportunidad de catar los vinos con las indicaciones de su mano experta. De esta forma, Ángela Lorenzo explicó la intensidad aromática procedente de su Carrasviñas, así como esos tonos de pera, manzana y anisados que produce en nariz y que persisten en boca para invitar al catador a seguir bebiendo. Además, la joven aprovechó la ocasión para anunciar la próxima salida al mercado de su Carrasviñas Félix, una elaboración de 2020 que tiene la tipología de Gran Vino de Rueda y que «es un homenaje a mi padre y todo su trabajo, porque sin él no estaríamos aquí».
La degustación de Martivillí, bajo las indicaciones de Miriam Ferrero, ofreció a los presentes la oportunidad de disfrutar de las flores silvestres y la fruta blanca así como la chispa de cítricos de este vino que, según remarcó, «es tan armónico que no resalta ninguna arista en él».
En cuanto al José Galo de Rueda Pérez, Almudena Muñoz señaló que la confección de esta bebida se había llevado a cabo con las uvas de sus viñedos más antiguos en el que la búsqueda principal es que «la uva muestre su máxima expresión, con procesos totalmente naturales en los que no interfieren los químicos y con un resultado aromático que sorprende en nariz y que no deja de hacerlo en boca».
Por último, Luis Francisco habló de su proyecto Pindal, una vendimia nocturna con aromas a vainilla y anís con un final de frutas tropicales que «gracias a los toques minerales de la zona le dan matices de tostados y frutos secos».
El presidente de la Asociación de Sumilleres de Castilla y León manifestó que se trataba de vinos «muy semejantes pero a la vez distintos». «A través de sus diferentes formas de potenciar la uva verdejo, sello de identidad de la D.O. Rueda, cada uno se encarga de sorprender al paladar y de hacer disfrutar a todos de beber vino».
Finalmente, una vez acabadas las intervenciones, el vino no fue la único estrella del evento, ya que un surtido de productos típicos de Pozaldez y de la zona cerraron una jornada que, en palabras del primer edil del Ayuntamiento, David Pereira, «no sólo es un escaparate de todo lo que ofrecen las bodegas de la localidad, sino de lo que el vino significa, pues es un nexo de unión entre culturas y generaciones y un motor económico fundamental en toda la Comunidad y, especialmente, en Valladolid».