A pedales por la Cañada Real de Pollos

A pedales por la Cañada Real de Pollos

La ruta cicloturista recorre, a lo largo de 33 kilómetros la reserva natural Riberas de Castronuño y la Vega del Duero

Con una dificultad mediana, Pollos presenta su ruta cicloturista ‘Cañada Real’, una alternativa de ocio para aquellos a quienes las aglomeraciones les agobian y prefieren evadirse del ruido y pasar el día pedaleando en contacto con la naturaleza. Este itinerario, que se puede hacer tanto en bici como a pie, ofrece a los visitantes dos posibilidades de recorrerlo; una de 33 kilómetros para aquellos más aventureros, y otra de 19 para quienes la realidad les reclama y sólo necesitan un pequeño espacio de evasión.

El camino, de tipo circular, dirige a los viajeros por un primer tramo que los lleva hasta el arroyo de Valdecabra, un espacio de singulares vistas rodeado de cultivos, sauces y choperas, que abre el camino hacia la cañada real leonesa, de la que toma el nombre la ruta. Si la suerte acompaña al viajero, a lo largo de los sembrados que lindan con el recorrido podrá atisbar alguna avutarda -un tipo de ave muy ligada a las llanuras herbáceas-, hasta que el arroyo de Trabancos salga a su encuentro. Aunque este riachuelo ya no lleva agua, conserva una vega con vegetación ribereña que destaca sobre el paisaje de secano.

Llegados al kilómetro 8 de la cañada, es el momento de decidir cuál será el itinerario elegido; el corto o el largo, y una vez que deje atrás la bifurcación que marca las dos opciones, el turista llegará al encinar de Cartago, donde encinas de gran tamaño y edad envolverán al ciclista o andarín a su paso, dando pie, en su zona más alta, a uno de los miradores desde el que poder admirar la espesura del llano. 

Y al llegar al kilómetro 13, la ruta deja la cañada para poner rumbo hacia la Ribera de Castronuño, de tal forma que, cuando llegamos al municipio, la vega del Duero se une a la travesía, junto a los huertos y parcelas de regadío y al frondoso bosque de galería que aún conservan las riberas. En esta parte del itinerario, los prismáticos son material obligado, ya que las vistas de la vega con el encinar de Cubillas de fondo se graban en la retina del visitante como si del fondo de pantalla del ordenador se tratase.

Este espacio natural no sólo ofrece una flora especial, sino que la fauna que puebla el entorno es todo un espectáculo para aquellos aficionados al avistamiento de aves y, si están atentos, podrán ver a la garza real o imperial sobrevolando el entorno, al aguilucho lagunero buscando alimento, al abejaruco posado en las ramas de los árboles o al cormorán cerca de la vega del Duero. Todo un abanico de posibilidades para los amantes de la naturaleza, y un paraíso que destaca por su importancia para la nidificación y como zona de invernada de muchas y variadas aves acuáticas. Así que no esperes más y coge tu bici, porque el recorrido no te dejará indiferente.