Pecado de Extramuros; el secreto mejor guardado de Madrigal
La histórica bodega de Los Frailes de Extramuros sirve como inspiración para el nuevo vino de la localidad abulense
Pecado de Extramuros es una edición especial y limitada, un verdejo catalogado con el distintivo de Gran Vino de Rueda
Madrigal de las Altas Torres vuelve a ser protagonista de un gran interrogante. Envuelto en un halo de misterio en el que la iglesia y la viticultura se entrelazan para dar vida a una historia común, la localidad es de nuevo el foco en el que aparecen las incógnitas, y aunque alejadas esta vez del amor carnal –como ocurría en el caso del pastelero de Madrigal y Ana de Austria-, sí que están relacionadas con este sentimiento, pero esta vez por el querer que los frailes de Extramuros profesaban por el elixir de los dioses que confeccionaban en las profundas cavas bajo tierra. Un brebaje que les hacía entregarse a la “sangre de Cristo” y rozar las lindes del pecado.
Trabajadores y consagrados a su fe, los monjes agustinos del Convento de Extramuros no sólo se dedicaban a la vida contemplativa, sino que ya en el siglo XVI –y en los siglos previos- explotaban las vides pertenecientes al centro religioso y transformaban sus frutos en un licor divino del que disfrutaban en su vida cotidiana y en sus actos litúrgicos. Tal era la pasión que los eclesiásticos sentían que se convirtieron en los primeros bodegueros del municipio, llevando aún más lejos la idea de que el origen del verdejo se encontraba en este pequeño pueblo, pues por aquel entonces esta variedad de vino era conocida como ‘la cepa de Madrigal’ y el refranero español, así como las coplillas de la época y los grandes escritores, lo ensalzaban cantando: “Qué bien, qué mal, pan candeal y vino de Madrigal”.
Esta bebida, que no se le negaba a nadie, era disfrutada por el pueblo, pero también por las altas esferas. Sin embargo, quienes más lo veneraban seguían siendo los habitantes del Convento, ya que en su vida de recogimiento el único pecado que podían permitirse lo encontraban en ese mosto fermentado y en la bodega en la que este reposaba, que recibía el nombre de ‘Bodega de los frailes’ en honor a estos expertos productores.
Así pues, cuando la gente que visita la villa se pregunta por la relación del pueblo con el vino y por cuál es el misterio alrededor de este, la respuesta no es otra que los frailes de Extramuros y su pecado más profundo, que consistía en ser unos apasionados de este caldo, contando con cepas municipales de más de setenta años de vida.
La nueva elaboración se ha bautizado como ‘Pecado de Extramuros’, y se une a ‘Ysabel de Madrigal’ en la oferta vinícola de la localidad. Enmarcado como Gran Vino de Rueda, este vino misterioso ya está disponible en el mercado, pero de manera muy exclusiva, pues el número de botellas va a ser muy limitado –tan sólo 2.895- y únicamente podrá adquirirse en la Oficina de Turismo de Madrigal.
Aromas y sabores del Pecado de Extramuros
Con la tierra de Finca Las Matillas como germen de la esencia de este elixir y Bodegas Beronia como guardianes y transformadores de los frutos en esa bebida pecaminosa, este vino es producto de un tratamiento escrupuloso en el que se cuida hasta el más mínimo detalle para buscar la excelencia.
La vendimia se realizada de manera manual en cajas para evitar los daños que las máquinas puedan provocar en los viñedos en vaso; el prensado se hace suave, con el racimo entero y en un ambiente inerte para evitar la oxidación de los aromas. Por su parte, la fermentación tiene lugar de forma supervisada, con levaduras autóctonas y en dos materiales: depósitos de hormigón y fudres de roble francés. Aquí el vino fermenta en contacto con sus lías con el objetivo de aumentar, por un lado la complejidad aromática y por otro el volumen en boca. Por último, la crianza sobre lías se desarrolla durante nueve meses en los que se trabajan battonage periódicos para, finalmente, clarificar y filtrar para su embotellado.
Con este meticuloso trato el resultado obtenido es un viaje para los sentidos, pues el ligero tono dorado recuerda a los primeros rayos de sol, que se complementan con la frescura e intensidad que se percibe en nariz, donde también se aprecian las notas cremosas de pastelería mezcladas con toques anisados, fruta blanca y pinceladas ahumadas y minerales. Y en boca es cuando se produce la explosión sensorial, ya que se trata de una mezcla grasa y elegante, así como profunda y persistente que invita a beber de nuevo.
Identidad subterránea en Madrigal
La Bodega de Los Frailes, origen de ese principal misterio, es también el punto en el que se produce el coupage entre las vidas de los religiosos y las vides; vestigios de una relación del pasado que, de alguna manera, ha perdurado en el tiempo y que ha conformado una parte fundamental del patrimonio cultural y de la identidad de Madrigal de las Altas Torres.
Por ello, como muestra de la tradición y de la intriga que envuelve este singular idilio, el Consistorio realiza visitas guiadas a la cava. Una vez dentro, el principal objetivo es emocionar al visitante a través de la historia en torno al verdejo, pero también hacerle disfrutar de manera visual y sensorial. Y tras una breve explicación, la cita se completa con un brindis y con las usuales fotografías que los enoturistas se hacen junto a un gran infinito organizado con botellas que preside la escena; un símbolo que refuerza la relación del pueblo y el vino y de esos secretos tan bien guardados sobre los monjes agustinos y sus profundas pasiones.