Los oficios de antaño toman el centro de Villanueva
A las más de cuarenta labores representadas en la villa durante los días 15 y 16 de octubre se une la exposición de oficios de la feria, que este año versa sobre el mundo del cómic de la época
Con la llegada del ecuador del mes, llega también a Villanueva de Duero uno de los fines de semana más importantes para el municipio, pues los oficios que precedieron a los avances tecnológicos y que eran el pan de cada día de nuestros abuelos regresan a la villa para demostrar que ganarse la vida hace un siglo era fruto del esfuerzo y el trabajo de sol a sol y no de la comodidad que se encuentra tras la pantalla de un ordenador o la tecnificación de la maquinaria.
Por ello, las antiguas usanzas vuelven a salir a la luz en estos días de octubre, y los villanuevenses desempolvan también pololos, faldones, fajines, boinas y alpargatas, entre otras prendas, para, durante dos días, vestir tal y cómo lo hacían sus antepasados. Y así, a partir de las 12.00 horas del 15 de octubre, Villanueva se transforma en Aldeanueva y entra en una dimensión temporal que homenajea las prácticas de antaño en la XVI edición de su Feria de Oficios.
Pero antes de dar comienzo a la fiesta, es el gallo quien se encarga de actuar como despertador el sábado y reunir a los vecinos en la plaza mayor de la localidad para empezar a preparar y organizar los puestos y decorados; un momento de tormenta antes de la calma en el que, algo revolucionados, todos los participantes buscan su lugar en la feria y despliegan su espacio de exhibición en el sitio asignado, listos ya para volver cien años atrás y mostrar las costumbres y tradiciones laborales del siglo pasado.
Recordar y descubrir
En desuso o cambiados por completo debido a la inclusión de las nuevas tecnologías en su práctica, más de cuarenta oficios aterrizan por unos días en el municipio haciendo que pequeños y mayores recuerden, aprendan y valoren lo que un día fue el modo de vida de gran parte de la población.
Además, según admite el alcalde de la localidad, Edilberto Ruiz, «esta feria ha unido mucho a los habitantes del pueblo, que se han volcado por hacer que funcione y por que las demostraciones y las profesiones sean lo más realistas posibles, ya que quienes se encargan de mostrarlas son aquellos que han tenido o tienen contacto con ellas». Tanto es así que alrededor de 200 personas, entre figurantes y voluntarios en la muestra de oficios, participan cada año en esta cita.
De camino al ágora principal de la villa, las calles aledañas ya dan una idea de lo que vamos a encontrar, pues mientras avanzas, el ambiente y el murmullo de viandantes y participantes se mezcla con la música de la dulzaina y el vocero repartiendo –de manera gratuita- la gacetilla que cada edición se elabora con motivo de la feria; y entre gritos, risas y variados comentarios, si prestamos atención a nuestro alrededor también podemos atender a las explicaciones de las diferentes labores que se desarrollan en los puestos ubicados a lo largo de las calles y que en la plaza Mayor tienen su máximo esplendor, rodeando la misma con las tareas que en ellos se desarrollan.
Adoberos, alfareros, barberos y cesteros; el alguacil de la feria, un taller de bicis, calígrafos, encuadernadoras, lagareros y fabricantes de escobas de tagarnillo son algunos de los oficios que podemos encontrar según nos adentramos en la feria, y hasta el mítico afilador con su inconfundible musiquita tiene su propio espacio. Pero la cosa no acaba aquí, ya que el barquillero, con esa singular bombona roja, las bolilleras e hilanderas, el mimbrero y el organillero, junto con la modista, el sillero y las tareas de trilla y arado se unen a esas labores, así como diferentes talleres de repostería en los que poder aprender a hacer el postre típico del municipio: los periquitos de aceite y huevo, además de hojuelas y dulces de temporada con productos de la huerta y del campo.
Por otro lado, de todos es sabido que los vecinos de Villanueva también son conocidos como ‘pinariegos’, por ello, a la hora de exponer las prácticas de antaño, es necesario mostrar cómo se abrían las piñas para sacar los piñones mediante una hoguera y un singular aparato que las cascaba.
Y si algo no puede faltar en esta original muestra de la vida hace un siglo son figuras como la del chatarrero, el cura o la Guardia Civil que, a pie o a caballo, recorren las calles con sus capas y tricornios característicos para mantener el orden y el buen rollo durante todo el festejo. En definitiva, una variada lista de oficios que, en la actualidad, ya han desaparecido o, debido a la tecnificación, ya no se llevan a cabo de la misma manera.
De exhibición o de observación, el conjunto de stands con las diferentes tareas no son los únicos componentes de este evento, ya que, cada año, una exposición se encarga de hacer una pequeña conmemoración de uno de los oficios de aquellos días. En esta ocasión el protagonista es el mundo del comic, con sus míticos personajes como el ‘Capitán Trueno’ o ‘El Jabato’, una muestra que puede visitarse en los locales pertenecientes al Ayuntamiento que se encuentran en la plaza principal del pueblo. Asimismo, la exposición se complementa con un taller de creación de TBOs y la conferencia ‘Del TBO al comic’.
«La cita ha servido para ponernos en el mapa»
Los entretenimientos tradicionales también tienen un hueco en la Feria con un apartado en el que diversos juegos pondrán a prueba la destreza de las nuevas generaciones y las habilidades que aún retienen los más mayores. Y si los pasatiempos de los abuelos ya son novedad para los pequeños, la forma en la que estudiaban no les dejará indiferente a través de la teatralización de la escuela tradicional con la obra “Modernidades”.
Del mismo modo, además de las actividades, los puestos y las exposiciones, durante las mañanas de todo el fin de semana se reparten cazuelitas de barro personalizadas de la Feria para calentar a los visitantes y participantes con unas patatas con bacalao, y por la tarde un plato de chorizo y pan; dos platos típicos de los que se puede disfrutar con tan solo un euro.
El evento atrae a Villanueva a alrededor de 4.000 personas entre el sábado y el domingo, ya que según admite el regidor, «la cita ha servido para ponernos en el mapa y como impulso turístico de la localidad». Por ello, invita a visitarlos en estas fechas y recordar, descubrir y disfrutar con lo que un siglo atrás era el pan de cada día de nuestros antepasados.