Los acordes del archiperrero
Santiago Manzano recorre la provincia, y prácticamente todo el país, dando a conocer los instrumentos que elabora con los objetos más singulares a través de los poemas y brindis que entona desde el corazón
De nombre Santiago y de profesión archiperrero. Natural de Villaverde de Medina, Santiago Manzano lleva quince años dedicado al arte de lo que él llama archiperrería, una tarea muy particular que su amor por la música y lo tradicional le han llevado a desarrollar, dando lugar a esta forma de vida de la que va haciendo gala allá por donde se lo requieren.
Y es que este original personaje confecciona instrumentos musicales con los objetos más insólitos, como huesos, cuernos, morteros, calabazas o cañas, entre otros… una serie de elementos que muchos pueden considerar ‘inservibles’, pero que el ingenio y la imaginación de Manzano convierten en aparatos melódicos con los que hacer sonar los acordes del archiperrero.
Amante de las costumbres y la cultura de antaño como marca de agua de la comarca y de lo que define a quienes habitan en ella, el villaverdano considera que, al igual que cada calle, monumento y municipio cuentan los acontecimientos que los han precedido, sus ‘archiperres’ cuentan su propia historia, y él es el juglar encargado de narrarlas.
A modo de prosa o brindis, Santiago relata las características y crónicas de estos instrumentos, pero también cantares con temáticas variadas que ensalzan los ingredientes que componen nuestro acervo y convierten la zona en el plato principal de un menú cultural y turístico que se marida con la variedad de vinos que nos rodea.
‘Archiperres’ melódicos
Las creaciones de Manzano, sin la ‘r’ -achiperres-, pasan a ser lo que los diccionarios definen como ‘trastos viejos’, pero como decía el argentino Julio Cortázar “[…] el buen escritor es aquel que modifica parcialmente el lenguaje”, y el archiperrero, con su profesión inventada y sus aparatos musicales de nombres peculiares, crea un idioma melódico que llama la atención de aquellos que lo escuchan.
La huesera, el aberrófono o la locomotora archiperrera son algunas de sus elaboraciones, pero también dos cuernos unidos por los que al soplar sale el sonido por ambos extremos. «Recibo o encuentro las piezas con las que hago mis instrumentos, y la inspiración me llega según estoy trabajando, ya que en ocasiones comienzo a hacer una cosa y acabo haciendo otra, pero también intento recrear instrumentos reales dándoles mi toque», explica; y es que el archiperrero hace repicar cualquier objeto sonoro que llega a sus manos, y hasta la quijada de un burro es un buen acompañamiento en sus recitales.
Campeón de brindis, Santiago comenzó con su hobby a los pies de un almendro, en el huerto que pertenecía a su padre en su pueblo natal, pero según ha ido perfeccionando su técnica también lo ha hecho su espacio de trabajo, y en la actualidad cuenta con un local que le sirve de taller y almacén.
Aunque sí que ha vendido alguna de sus obras, la afición de Manzano es puramente recreativa, y sólo la da a conocer a través de las actuaciones y pregones que ofrece en distintas localidades de la provincia y de España, pues la archiperrería de este artesano ha llegado tan lejos que lo conocen en todo el país y hasta en el otro lado del charco.
Sobre estas demostraciones, asiste a diferentes municipios en los que además de actuar con sus brindis y poemas, versos sin patrones ni reglas que salen del corazón de un hombre que recoge los saberes de antaño de la mano de quienes más los conocen: nuestros mayores; en ocasiones, también imparte talleres para todos aquellos que quieran conocer los entresijos de la archiperrería moderna.
De esta manera, con el rojo como bandera de su indumentaria, la boina, el morral y la bota, hace disfrutar a quien le escucha de los acordes de su lírica y de la agudeza de su prosa.
‘La gata’
Cuerpo blandito,
carne de cuero,
que llevas en tus entrañas
mi dulce lucero.
Llevo la sangre
que cría la tierra,
que cría la parra
y que sirve la jarra.
Se bebe en el vaso,
también con porrón
o en cuerno de vaca,
pero a mí me gusta
beber de mi gata.
Se achuchan los lomos,
se vuelca su cuello,
y que corra la sangre
por mi gargavero.
Recorre mis tripas
hasta mi lagar,
y a mí me entran ganas
de echarme a cantar.
Recito poemas
o canto canciones
si corre en mi cuerpo
la sangre de gata
a borbotones.
Si bebo cosechas
y voy al cuadrao,
que diga la gente
bastante ha bailao.
Con esta ya acabo,
con esta termino,
tomad la mía gata
y probad un buen vino.