La cofradía de Santa Águeda en Villanueva de Duero, una tradición centenaria
Procesiones, bailes y periquitos regresan este fin de semana al municipio con motivo de la fiesta en honor a la santa
Pura, mártir y mutilada. Así vivió Santa Águeda sus últimos suspiros y así la recuerdan en todos los pueblos en los que, este fin de semana, homenajean a la siciliana con diferentes celebraciones. Es el caso de Villanueva de Duero, donde se encuentra una de las cofradías, en conmemoración a la santa, más antigua de la provincia de Valladolid.
Dulce González, una de sus cofrades, afirma que la tradición de Santa Águeda en el municipio tiene alrededor de 400 años, y recogen sus costumbres y los nombres de las socias en el libro de los estatutos, un documento con más de cien años. «Todos los años tenemos que llevar este libro al arzobispado para que lo ratifiquen», apunta Dulce, y añade que existía un texto más antiguo –de 300 años-, en el que no solo aparecían las directrices de la cofradía, sino que también se recogían datos y prácticas antiguas. «En este libro estaba escrito que, en sus inicios, la cofradía de Santa Águeda era de hombres y, cuando ellos la abandonaron, las mujeres tomamos el relevo», revela, e incluso se registraban tradiciones como que, si una mayordoma moría, no sólo se le pagaba una corona de flores y la misa –prácticas aún vigentes-, sino que la asociación también le daba dinero a la familia de la difunta «sólo por el hecho de ser mayordoma».
Algunas de estas costumbres se han perdido con el paso del tiempo, pero lo que las cofrades no pierden es la devoción y, durante tres días, las mujeres «mandan» en Villanueva de Duero. Dulce explica que la víspera de Santa Águeda se reúnen para preparar la imagen «y ponerla guapa», toman un chocolate y dan un paseo por el pueblo con una dulzaina. «El día grande es el día 5», y es entonces cuando celebran la misa y procesionan la imagen de la virgen por las calles del municipio, después tiene lugar la degustación del periquito, -un dulce típico de esta festividad que representa los pechos de la mártir-, y por la tarde organizan un baile al que invitan a todo el pueblo. Para poner fin a los festejos, el último día ofician una misa para las difuntas y se reúnen para hacer las cuentas de lo que se ha gastado. «Son tres días en los que te lo pasas fenomenal y vale la pena disfrutar todas juntas en hermandad».
El legado de las águedas
Tras 39 años en la congregación, Dulce cuenta que se convirtió en Águeda porque «todas» las mujeres de su familia lo habían sido. «Mi madre y mis tías lo fueron, y ahora mi hija también, y mis nietas ya están apuntadas como honorarias». Una tradición centenaria que cada generación de villanuvenses hereda de sus antecesoras, ya que en esta localidad hay mucha devoción por Santa Águeda y la tradición está tan arraigada que cuentan con una veintena de honorarias, es decir, aquellas niñas menores de 18 años que, cuando cumplan la mayoría de edad, entrarán en el libro de los estatutos como cofradas.
«Ser águeda es una tradición que pasa de madres a hijas y de abuelas a nietas».
«En el pueblo la que más y la que menos tiene alguna antepasada que ha sido o es águeda. Es una tradición que pasa de madres a hijas y de abuelas a nietas». De hecho, Dulce señala que las cofrades más longevas llevan más de cincuenta años en la cofradía, y que las más jóvenes, «sin contar con las honorarias», tienen unos treinta años. Una muestra de que la edad no es precedente cuando la tradición y las costumbres son tan importantes como lo es Santa Águeda en Villanueva de Duero.
La vara de mando
Durante la celebración, las mujeres del municipio se convierten en gobernantes del mismo, ya que el alcalde las hace portadoras por esos días de la vara de mando de la localidad. Según aclara Dulce, las mayordomas salen por ley, es decir, que según estén inscritas en el libro de los estatutos así será el orden de recepción de la vara de mando.
Este año la primera y la segunda mayordoma son las hermanas Mª Jesús y Felicidad, quienes llevan doce años en la cofradía. «Nos apuntamos porque teníamos el recuerdo de cuando nuestra madre fue mayordoma y de ver cómo las cofrades procesionaban y se lo pasaban pipa durante la celebración de Santa Águeda. Fue una mezcla de tradición y nostalgia», relata Mª Jesús. Risueña, cuenta que les hace «mucha ilusión» ostentar el cargo este año, ya que les hubiera tocado el año pasado, pero la pandemia no se lo permitió. «Tenemos muchas ganas de entregar la vara», apostilla.
Su cometido como mayordomas es el de organizar la fiesta; hablar con el cura para la misa, con los dulzaineros, reservar el restaurante en el que van a comer y el cabildo –reunión en la que se organizan los festejos del próximo año y que tiene lugar en diciembre-. «Aunque somos nacidas en Villanueva, mi hermana y yo no vivimos en el pueblo, así que organizar ha sido un poco más complicado, pero aquí hay mucha hermandad y las cofrades nos han ayudado en todo lo que han podido».
¿Quién era Santa Águeda?
Águeda nació en Catania (Sicilia), en el año 230 d.C, y su devoción a Dios le hizo consagrarse a él y entregarle su castidad. Desafortunadamente, el gobernador Quinciano se propuso enamorarla y, ante la negativa de la muchacha, la llevó a un lupanar durante un mes, con el objetivo de hacerle perder la fe y la pureza, pero los propósitos del gobernador se vieron truncados ante la obstinación de Águeda por mantener el juramento de virginidad que le había hecho al altísimo.
Como castigo ante el rechazo, Quinciano mandó que le destrozasen el pecho a machetazos y que la azotasen cruelmente. Pero esa noche se le apareció el apóstol San Pedro y le curó sus heridas, animándola a sufrir por Cristo. Al día siguiente, al encontrarla curada, el tirano entró en cólera y mandó que la echaran sobre llamas y brasas ardientes, y ella, mientras se quemaba, rezó a Dios para que recibiese su alma hasta el momento en el que expiró.
Este hecho tuvo lugar el 5 de febrero del año 251 d.C, fecha que entró en los anales de la historia y que ha llegado hasta nuestros días para recordar el martirio por el que pasó la santa. Desde entonces Santa Águeda es la protectora de las mujeres en general, así como de las enfermedades propias de este sexo, como el cáncer de mama, y su imagen está representada por la virgen con una bandeja en las manos, en la que porta sus pechos cercenados.
Los periquitos de Santa Águeda
Una de las costumbres de esta fiesta en Villanueva es la elaboración de unos dulces típicos que representan los pechos de la santa; los periquitos. Las cofrades cuentan que este tipo de bollos «sólo» los hacen en esta localidad y que cuando vienen panaderos nuevos al pueblo las mujeres de la cofradía les enseñan a hacerles «para que no se pierda la tradición».
Ingredientes:
- 1 litro de aceite
- 3 partes de azúcar
- 2,5 kilos de harina
- 1 vaso de vino blanco
- Ralladuras de un limón
- Un poquito de aguardiente
- Canela
- Anises
- Huevo
Elaboración:
Se echa la harina en un recipiente de barro profundo, dejando un hoyo en el centro donde se incorpora el aceite, el azúcar, la ralladura de limón, el aguardiente, el vino, la canela y los anises, todo a la vez. Se amasa y mezclan bien todos los ingredientes hasta que notemos que en las manos no se nos queda pegado.
Después se hacen las bolas y, con el dedo corazón, se hace un pequeño hoyo en el centro. A cada bola se la unta de huevo, se colocan en una bandeja y se meten al horno a 180 º unos 20 minutos aproximadamente.