Fresno evoca la historia de Belén

Fresno evoca la historia de Belén

Ochenta vecinos se meten en el papel de los personajes típicos del nacimiento en la recreación viviente ‘El cuento de Navidad’, que tiene lugar el 30 de diciembre

De la caja al tablero, las pequeñas figuras del belén salen cada año de sus empolvados envoltorios para volver a representar en nuestras casas el nacimiento de Jesús, así como todo lo que acontecía en aquellos días y en esa noche en la región. Del mismo modo, los vecinos de Fresno el Viejo evocan esta historia con la recreación viviente ‘El cuento de Navidad’, una narración en la que las figuras cobran vida y muestran a los espectadores la esencia de estas fechas.

Son las 18.30 horas del día 30 de diciembre, los últimos rayos de luz natural se van desvaneciendo en el cielo; el aire es cortante, y pequeñas columnas de vaho salen de las jadeantes bocas de los viandantes que, a pesar del frío, van tomando posiciones en la plaza Mayor de Fresno esperando que algo pase. Las farolas comienzan a iluminarse, y una especie de mercado se convierte en objeto de observación popular.

De pronto, una voz chillona sale de una calle mientras una pequeña figura corre en dirección a otra un poco más grande pero algo encorvada. Ambas se abrazan, y captando la atención de los presentes comienzan a hablar. Ya identificados, un abuelo y su nieta inician un breve diálogo entre ellos al tiempo que caminan hacia un lateral del zoco.

La voz dulce y gutural del abuelo se hace con el interés curioso de la concurrencia, y, con ese sonido acogedor que sólo las personas mayores poseen, empieza a relatar a su nieta lo que parece la historia de Belén, mientras atenta, ella no le quita la vista de encima.

Con las primeras palabras del anciano, de las calles aledañas a la plaza comienzan a salir diferentes personajes, que poco a poco se van emplazando en los distintos puestos del mercado, dando vida al cuento del abuelo y maravillando a la pequeña que está junto a él, comentando cada uno de los pasos de estas figuras.

Túnicas hasta los pies, cordones a la cintura y velos sujetos a la cabeza marcan la indumentaria de dichos individuos, que transitan por la calle en un devenir constante, pasando de un puesto a otro con cestas, haciéndose con viandas en los tenderetes,  visitando los talleres de artesanos como el carpintero, el herrero o el alfarero, o incluso tomando un respiro en la cantina y hablando entre vecinos. Del mismo modo, en uno de los extremos del ágora se encuentra un escenario, que con un gran trono alberga al rey Herodes escoltado por sus soldados guardianes. Y, según avanza la historia, los movimientos de las personas de la escena también lo hacen.

Así, con el compás vocal del anciano, la narración alcanza la parte en la que María y José llegan a Belén, y subida en un burro, una figura femenina, con una incipiente barriga, cruza el mercado acompañada de un hombre, directos hasta la posada, donde golpean la puerta para ser atendidos. Como cuenta el abuelo, tras la negativa, se alojan en un pajar anexo al establecimiento, lugar en el que ella da a luz a su hijo.

Del otro lado de la calle, un corro de pastores se sienta junto al calor de una hoguera cuando el ángel los sorprende con la anunciación del nacimiento del hijo de Dios, y, sorprendidos, recogen sus cosas e inician el avance hasta el pesebre.

Al mismo tiempo, la vista de los presentes se va hacia el cielo, donde una luminosa estrella avanza por el cableado y, siguiéndola, tres reyes con muy diferentes vestimentas aparecen en escena acompañados de sus pajes y, después de hacer una primera parada en el salón del trono de Herodes, toman el mismo rumbo que los pastores.

Con la concurrencia de todos los personajes alrededor del portal, y la presentación de Jesús como el mesías, la historia de abuelo y nieta va llegando a su fin, y con el colorín colorado la plaza estalla en un sonoro aplauso por parte de los espectadores que, desde el comienzo, han hecho frente al frío para disfrutar de este cuento.

La representación, que en cada edición implica a alrededor de ochenta fresneros, lleva más de doce años vigente, una continuidad que les ha otorgado la calidad suficiente para formar parte de la ruta de belenes de la Diputación, lo que hace que año a año varios autobuses se llenen de turistas que, atraídos por las distintitas formas de promoción que desde el Ayuntamiento hacen del evento, así como por el boca a boca, acuden intrigados a conocer esta singular recreación de la que quedan maravillados por la veracidad de su puesta en escena y por cómo vecinos de todas las edades y asociaciones del municipio se implican en un proyecto común.