Manolas negras y blancas cierran la Semana Santa de Madrigal
Las vecinas de la localidad devuelven la alegría a la Virgen con un cambio púbico de manto en el encuentro del Domingo de Resurrección
Del luto a la resurrección en la misma procesión. Hace tres décadas, cuando las mujeres no podían ser cofrades, surgió la figura de las Manolas, camareras de la Virgen que preparaban los pasos que salían en las distintas procesiones. Con la entrada de las mujeres en las cofradías esta costumbre se fue perdiendo, aunque a día de hoy todavía hay pueblos y ciudades que la conservan.
Es el caso de Madrigal de las Altas Torres, que muestra con orgullo a sus Manolas durante la Semana Santa quienes, de hecho, coprotagonizan la procesión del Domingo de Resurrección junto con el Cristo y la Virgen. Organizada por la cofradía de Nuestro Querido Cristo de las Injurias de Madrigal, esta procesión no sólo se caracteriza por su simbolismo, sino también por la singularidad de los actos que la componen.
La primera de las particularidades es que, desde distintas iglesias –San Nicolás y Santa María del Castillo-, y por diferentes recorridos, las imágenes del Resucitado y de la Virgen de la Dolorosa salen el Domingo de Resurrección para encontrarse en la plaza del Cristo. Pero el recorrido no es lo que más llama la atención en este día, sino la indumentaria de los portadores de las tallas, en concreto la de las mujeres, que pasan del luto a la celebración de la vida en cuestión de minutos.
Con mantilla, vestido y zapatos negros, las Manolas de Santa María sacan a hombros a la virgen desde su iglesia quien, al igual que sus camareras, viste el manto de duelo, sin saber que pronto podrá despojarse de la tristeza que ese color representa al descubrir a su hijo resucitado. Mientras, este es portado por los hombres desde San Nicolás, rumbo al encuentro con su madre. Un trayecto en el que el repique de los zapatos en los adoquines resuena por todas las calles de la villa como único sonido perceptible.
Ya en la plaza del Cristo llega el momento más esperado por los madrigaleños. La banda hace vibrar sus trompetas, los tambores retumban bajo el golpeo de los cofrades, y el himno comienza a sonar. Al sonido de esta melodía, las Manolas de luto son relevadas por otras que, esta vez, visten mantilla, vestido y zapatos blancos. Estas nuevas cofrades son las encargadas de retirar el manto negro de los hombros de la Virgen, descubriendo el límpido manto blanco que ilumina el rostro de la imagen al reflejarse el sol en sus ornamentos dorados, una transición del luto a la alegría que no deja indiferente a quien lo presencia.
Hecho el cambio da comienzo la verdadera procesión, y ambas tallas regresan juntas a la iglesia de San Nicolás, acompañadas por el tamborileo y los acordes de las cornetas, y por los fieles que avanzan felices por devolver la luz a su virgen.
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