El Jaraíz de Don Marciano, un oasis castellano en Villaverde
El hotel rural regentado por Pedro Pariente ofrece un amplio abanico de alternativas al descanso entre las que destacan pequeñas celebraciones o reuniones empresariales, así como domingos de vermú y disfrute en sus instalaciones
Como quien pasa de las dunas de Huelva a las de Marruecos en busca de un remanso de paz tras un largo camino por el desierto; como quien recorre cientos de kilómetros buscando un refugio en el que recrearse de las experiencias vividas en el trayecto; el Jaraíz de Don Marciano se alza en el centro de Villaverde de Medina como un oasis de confort en el que la tradición castellana y la modernidad forman un coupage perfecto y el entorno de los campos de trigo y los viñedos suplen a la árida arena desértica abriendo ante el viajero las puertas de un lugar de ensueño en el que sus muros cuentan historias y su oferta hace que los huéspedes puedan crear las suyas propias.
De dirigir un pueblo a convertirse en hostelero. Pedro Pariente, antiguo regidor del municipio, se embarcó en la aventura de montar un hotel rural hace tres años, cuando la política dejó de serle atractiva. Entonces decidió enfocar su creatividad en un inmueble que formaba parte de la localidad desde el año 1730 y cuyos dueños se lo habían cedido con la condición de convertirlo en un lugar de reposo en el que los visitantes disfrutasen de una experiencia única a través de las instalaciones y el ambiente que nutre la vida del pueblo.
La fachada, espejo de los siglos y del paso del tiempo, da la bienvenida a los turistas con la forja y la madera que componen sus ventanales y pórtico, una entrada hacia el sosiego que se respira al cruzar el umbral que da lugar a la recepción del sitio, donde, en un primer vistazo, al fondo se puede atisbar un salón comedor y los ventanales que preceden al patio, pero al ir a registrarse el viajero no puede dejar de ver una pequeña centralita de teléfono antigua que recuerda a las famosas ‘chicas del cable’ que conectaban personas cuando los móviles no eran ni una ensoñación.
Dependiendo de la reserva, se puede optar por cinco habitaciones; tres suites compuestas por una cama de matrimonio que lidera un salón con baño privado y estufa de pellets, así como una escalera de madera que lleva a un segundo piso abuhardillado con dos camas individuales; y una habitación con doble uso, ya que en un principio está pensada para grandes grupos y el espacio se reparte con cinco camas individuales, un sofá cama y dos dormitorios de matrimonio, uno de ellos con acceso a una de las suites y que se puede reservar de manera privada. Además, como guiño al municipio en el que se encuentran, cada una de ellas lleva un nombre asociado a términos de Villaverde o a antiguos enclaves del pueblo. Así, las habitaciones se llaman ‘La Dehesa’, ‘Carrión’, ‘Dueñas’, ‘Romilla’ y ‘Medina’.
El reducido número de dormitorios y la capacidad para 24 personas se debe a que Pariente busca la «exclusividad y diferenciación» con el resto de hoteles rurales de la zona. «Desde el principio quería alejarme de lo convencional y que aunque los huéspedes fueran pocos tuvieran un trato personalizado y pudieran sentirse como si fuera su propia casa».
Instalaciones singulares
La exclusividad en las habitaciones no es lo único que diferencia el Jaraíz, pues como su propio nombre indica, la antigua casa contaba con un lagar en el que se elaboraba vino, y tras la exhaustiva reforma que inició Pariente en 2019 se destapó la bodega. Esta cava, una de las partes más especiales del hotel, se divide en dos apartados, de los cuales uno está destinado como tienda gourmet a la que tanto las personas que se alojan como cualquier visitante pueden bajar para adquirir los vinos de las diferentes denominaciones de origen de la Comunidad y de alguna otra región. Además, aquí también se encuentra una mesa de catas en la que el propietario del establecimiento ofrece degustaciones de vino y productos de la zona a quien se lo solicite. La segunda cavidad, en cambio, se destina principalmente a dar comidas, puesto que cuenta con una parrilla y un aseo privado para celebraciones más íntimas.
Sin embargo, el espacio del que más orgulloso se siente el propietario es el spa, ya que la piscina climatizada con vista al patio ofrece a los turistas la oportunidad de ver cómo el frío se apodera del entorno mientras ellos disfrutan, con los cristales como escudo, del calor y las burbujas. Además, el agua de este remanso acuático tiene propiedades «curativas», ya que contiene sales de magnesio, «un compuesto que aumenta la relajación y disminuye la inflamación», características que hacen que los bañistas no sientan la invitación de salir de estas aguas.
Espacio de eventos
El público, que recorre las desiertas llanuras castellanas hasta llegar a Villaverde, viene desde diferentes puntos de la geografía española en los que los paisajes son tan variados que componen una paleta muy diversa. De Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla la Mancha, Andalucía y La Rioja, pero principalmente de Madrid, todos tienen un mismo objetivo; encontrar en el oasis de Pedro Pariente un lugar de descanso y un punto de partida desde el que salir a disfrutar del entorno que rodea el establecimiento.
Para ello, una de las opciones que ofrece el anfitrión son paquetes de visitas enoturísticas a bodegas y culturales a algunas de las localidades cercanas. «Estoy en contacto con las oficinas de turismo y soy socio de la Ruta del Vino de Rueda y de Alimentos de Valladolid para poder dar a mis huéspedes la mejor experiencia».
Pero si algo distingue el hotel de Pariente son los eventos que se pueden celebrar en sus instalaciones, ya que son tan variados que se adaptan a las necesidades de todo tipo de público.
Además del alojamiento y el desayuno, los visitantes tienen la posibilidad de comer o cenar con previo aviso al hostelero, ya que es él mismo quien se encarga de preparar los platos que van a degustar los comensales. «Para dar comidas siempre opto por carnes y pescados de calidad, de hecho, en el caso de la carne sólo trabajo con angus, así como los clásicos de la zona; lechazos y cochinillos. El resto de productos procuro que sean de comercio de proximidad e incluso de otras regiones», admite Pariente, y añade que, en ocasiones, recibe llamadas de grupos y parejas que «sólo quieren venir a comer y a pasar la tarde en el spa o realizar una cata en la bodega, y es un servicio que damos aunque no sean huéspedes».
Del mismo modo, las reuniones empresariales de quince o veinte personas también tienen cabida en este hotel, ya que su dueño explica que «el salón está a disposición de estos encuentros que conllevan una comida o cena, así como el disfrute de otros recursos sin necesidad hospedarse».
Por otro lado, desde este verano el Jaraíz de Don Marciano ha comenzado a ofertar eventos de entre 20 y 40 invitados como prebodas, comuniones pequeñas o cumpleaños que se pueden celebrar en el gran patio o en el apartado de la bodega destinado a comedor. En el caso de que la elección sea al aire libre, la singularidad del jardín hace aún más especial la celebración, empezando por los aromas que envuelven este pequeño Edén, ya que la zona ajardinada cuenta con plantas aromáticas que tienen la función de ambientar y relajar con sus efluvios a los visitantes que entre ellas caminen.
Este tipo de vegetación no sólo da un color característico, sino que también condimenta los platos y combinados de los que pueden disfrutar los turistas, y repele a los mosquitos que en el verano mortifican a aquellos con ‘sangre dulce’. Pero si algo enamora a los viajeros es cuando las plantas afloran en primavera, pues las abejas llegan de distintos puntos para polinizarlas y su baile en torno a las flores es tan hipnótico que «te quedas embelesado viéndolo».
Asimismo, el hotel cuenta con un escenario en el que los anfitriones pueden deleitar a sus invitados con un concierto de música en directo, además de un gran espacio para decoraciones personalizadas y una barra de bar externa.
Pedro Pariente hace hincapié en un tipo de evento que se viene repitiendo desde la época estival; los domingos de vermú y spa. Y es que según comenta, el último día de la semana era el más tranquilo, ya que «a media mañana la mayoría de los viajeros ya se habían ido», por ello, decidió abrir sus puertas a un público que sólo quiere pasar una jornada tranquila desde el vermú hasta última hora de la tarde. «Este tipo de oferta se ha hecho muy popular y casi todos los domingos viene un grupo a pasar el día, tomar un respiro en el spa y, si se tercia, tomar una copa», un servicio para el que, en principio, no sería necesario reservar con mucha antelación, «con una semana es suficiente».
El futuro
La andadura ha sido complicada, pues la pandemia retrasó las obras y la apertura del proyecto de Pedro Pariente, y el hostelero ha remado contracorriente para poner en lo más alto su establecimiento. «Quería hacer algo distinto que poco a poco he ido puliendo, y cuando la gente hace buenas críticas ves recompensado el esfuerzo y el tiempo invertido». Por su parte, tiene ya una serie de ideas para dar ‘más luz’ al patio, ya que como objetivo a largo plazo pretende convertir el pequeño parking privado, con el que cuenta actualmente, en una zona con velas y un tipo de decoración que le den un cariz «más acogedor» para ampliar la terraza, aunque eso tendrá que esperar a la próxima primavera. De momento quiere cambiar la web incorporando la posibilidad de hacer reservas online, una opción que hasta el momento no tenía porque «prefería ser yo mismo quien atendiera las llamadas y explicase a los huéspedes las características del hotel y cuál sería la mejor habitación para ellos».
Así, entre la modernidad y la tradición, entre dunas de alpacas y llanuras de sarmientos, el Jaraíz de Don Marciano representa el oasis castellano de Villaverde en el que todo aquel que busque un respiro del bullicio de la rutina tiene un espacio en el que refugiarse y desconectar rodeado de historia y creando historias que luego poder contar.