El hampa del siglo XIX conquista Alcazarén
Bandoleros y bandoleras se hacen con las calles del municipio los días 14,15 y 16 de julio y rememoran a Luis Candelas, el bandido más conocido de la historia y que fue apresado en la posada de la villa
“Decidle al señor Alcaide, decidle al Corregidor, que yo por Luis Candelas me estoy muriendo de amor… Decidle que es un canalla, decidle que es un ladrón, y que he dejado que robe, con gusto mi corazón…”
Si hay algo que caracterizó el siglo XIX fue la popularización del oficio de bandolero, una ocupación que fomentó la aparición de coplillas como esta en la que se ensalzaban las hazañas y aventuras de estos forajidos. Pero si hubo uno en España que se hizo famoso por ser el Don Juan de los Arrabales ese fue Luis Candelas, un Robbin Hood madrileño que dedicó su vida al arte del latrocinio, pero no sólo de riquezas, sino también de los corazones de todas aquellas mujeres que con él se cruzaban.
Este bandido bien parecido recorrió los pueblos y ciudades de todo el país entregado a su causa. Entraba y salía de la cárcel como si de una parada de repostaje se tratase, hasta que, cuando menos lo creía, un fallo de cálculo hizo que lo apresasen y sentenciasen a muerte. La captura de Candelas tuvo lugar en la posada de Alcazarén, un municipio que el truhan frecuentaba y que, a día de hoy, lo recuerda dedicando todo un fin de semana a la vida de este personaje.
Casanova de la chulapería y ladrón de guante blanco, Luis Candelas protagoniza, desde hace nueve años, una de las ferias más singulares de la zona, pues durante tres días –este año 14,15 y 16 de julio, adelantando tres meses el homenaje – el municipio que lo vio por última vez en libertad se calza las botas de monta, los pantalones de pana y el fajín, la chaquetilla, el pañuelo y el sombrero característicos de este gremio y disfruta de actividades relacionadas con la forma de vida del delincuente más famoso de la historia.
Así, el viernes comienza la feria con la apertura del mercado y con el posterior pregón inaugural a cargo de José Ángel Catalina. Acto seguido tiene lugar el famoso Concurso de Patillas Bandoleras y de Vestimenta Femenina, en el que se pone a prueba las mejores galas de las mujeres y las patillas más logradas de los encartados que se atrevan a medirse en la tarima de la Plaza Mayor.
Tras este duelo de modelaje se da por inaugurado el mercado bandolero. El viernes se cierra con la actuación musical de Vanesa Muela en el Centro Cultural San Pedro. Ya el sábado, turno para que los más pequeños se diviertan con los juegos tradicionales, que servirán como preludio de la apertura del mercado de artesanía de Luis Candelas. A continuación, vermú bandolero en los bares de Alcazarén y ya a las 22:00 h., turno para la recreación teatral de la vida de Luis Candelas a cargo del grupo de teatro local en el Centro Cultural San Pedro –joya mudéjar de la villa- y en diferentes calles y puntos del pueblo.
Aún el sábado, y a continuación de la representación que hace un recorrido por la adolescencia, los famosos golpes y engaños de Candelas, discomovida bandolera en la Plaza Mayor con permiso del desfile-concurso de grupos de bandoleros. El domingo, el mercado y un posterior taller de artesanía para niños conforman un programa matutino que se completa con el vermú bandolero y ya en sesión vespertina, clausura de la IX Feria de Luis Candelas. Cabe destacar también que desde el día 16 y hasta el 25, la Iglesia de Santiago Apóstol acogerá la exposición ‘Las chicas del Coro’, visitable en horarios de los oficios religiosos.
La recreación teatral de la vida de Luis Candelas
A través de esta puesta en escena los espectadores pueden conocer de primera mano que este bandido apuntaba maneras desde niño, pues entre sus primeras fechorías se encuentra el episodio en el que lo echaron de la escuela católica tras devolverle un bofetón a un clérigo. Pero la expulsión no le impidió seguir leyendo y formándose por su cuenta, pues siempre hizo gala de ser un ladrón cultivado, e incluso vivía una doble vida en la que por el día era un hacendista de Perú y, por la noche, perpetraba los robos y asaltos más meticulosos de todos los tiempos como rey del hampa junto con la banda compuesta por Paco ‘El Sastre’, Baseiro y los hermanos Cusó.
Bien parecido, con nariz poderosa, blanca dentadura y gallardía, Luis Candelas era un conquistador que se colaba en las alcobas de las mujeres más importantes de la época, a las que prendía con sus encantos y ademanes, sin embargo, en su historia, tres fueron las damas que marcaron sus días. La primera, Manuela Sánchez, era una viuda con la que se casó y abandonó al poco tiempo; la segunda y, quizá, la que más lo amaba de las tres, era Lola ‘La Naranjera’. La joven, de muy buena planta, conoció a Candelas mientras este era novio de su amiga Paca, una amistad que el bandido no vio como impedimento para, en secreto, engatusar a Lola y degustar su cítrico, algo que le pudo traer algún que otro problema, pues el mismo rey Fernando VII también se había encaprichado de la muchacha, haciéndola su amante. Por último, la más importante para él y quien le trajo la ruina fue Clara, una mujer de la que estaba tan enamorado que, tras cometer los último robos que lo llevaron al cadalso, quiso huir con ella a Inglaterra pero, en Gijón, Clara se arrepintió y quiso volver a Madrid, decisión que les llevaría a hospedarse en la posada de Alcazarén, donde finalmente Candelas fue apresado.
El bandolero, que presumía de entrar y salir de la cárcel a su antojo gracias a los contactos que poseía en las altas esferas, no tuvo tanta suerte en esta ocasión, pues la rueda de la diosa Fortuna había girado en su contra y los últimos atracos perpetrados al embajador de Francia y a la modista de la reina fueron tan graves que, por primera y última vez, no pudo librarse de la pena.
Hace 186 años que capturaron a Candelas en Alcazarén
De manera cuidada y con detalle, los actores alcazareños reviven estos y otros momentos de la vida de Candelas, hasta llegar a sus últimos instantes, en los que, para dar por terminado el fin de semana y la teatralización, y con el corazón en un puño de los espectadores y el atento silencio como banda sonora de la representación, cierran el telón festivo con las últimas palabras que el forajido pronunció antes de que el garrote apagase la llama de su intensa vida: ¡Adiós patria mía, sé feliz!