El espíritu pelotari toma fuerza en Pedrajas
El Club de Pelota Jaime Oñate cuenta con casi cincuenta alumnos que llevan en la sangre este deporte, y su objetivo es seguir fomentando el interés por esta disciplina en un municipio con gran tradición
De abuelos y padres unas veces se heredan objetos valiosos, otras características físicas, y algunas veces los negocios familiares, pero también el gusto por deportes o por los equipos favoritos. En el caso de Pedrajas de San Esteban, los predecesores de las nuevas generaciones les han transmitido la afición por el frontón, una disciplina que, aunque no muy común en la comunidad, tiene un gran arraigo en el municipio.
Tal es así que a finales de los años ochenta se creó el Club de Pelota Jaime Oñate con la idea de congregar a los pelotaris locales; pelotaris de gran calibre que llegaron a competir incluso a nivel nacional. Sin embargo, los primeros años del nuevo milenio trajeron un pequeño bajón en los aficionados hasta que, en 2018, Roberto Fernández y Rubén Toquero decidieron tomar el testigo y reflotar el barco deportivo con los descendientes de aquellos primeros jugadores, de tal forma que se puso en marcha la escuela. Fernández cuenta que la idea era ofrecer un deporte nuevo para la zona «en el sentido de que no había ninguna escuela del estilo, desde un punto de vista escolar, en el entorno», al tiempo que se devolvía esa pasión al pueblo.
Con la sonrisa en los labios, el entrenador afirma que están «muy orgullosos» de lo que han conseguido, ya que no sólo han vuelto a dar vida a una tradición, sino que han incorporado «un gran número de jugadoras a un deporte que, habitualmente, se ha considerado masculino». «En total tenemos 47 pelotaris, 31 niños y 16 niñas, que van de los cuatro a los quince años, es decir, alevines, benjamines e infantiles, todos ellos de Pedrajas», matiza.
Pero si algo distingue al club Jaime Oñate es que el objetivo no es otro que fomentar el interés por este deporte, dejando a un lado la competición. «Nosotros entendemos la escuela como una forma de atraer la atención sobre esta disciplina y que los niños se aficionen desde pequeños, ofreciéndoles la posibilidad de probar todas las modalidades y que luego sean ellos quienes decidan si se especializan», aclara, y señala que «los alumnos que realmente quieren acaban compitiendo, pero es más una consecuencia de su amor por el juego que nuestro fin último».
Golpes certeros
En cuanto a las variedades que se imparten, destacan sobre todo la pelota a mano y el frontenis, aunque también trabajan la cesta punta y frontball, y se están esforzando para dar más empaque a la paleta cuero. Roberto explica que cada una de ellas tienen sus especificidades, pero que, en resumen, todas implican el golpeo de la pelota, con las diferentes herramientas, contra la pared –denominada frontis- hasta que uno de los contrincantes falle, y con un sistema de tres sets que distan en puntuación en función de la modalidad; siendo dos sets de 10 y uno de cinco en el caso de la mano y dos de 15 y uno de 10 cuando se utiliza raqueta.
El técnico sostiene que todos sus alumnos conocen y practican cada una de las modalidades, pero que al tratarse de niños tienen algunas diferenciaciones, como por ejemplo en las pelotas que se usan. «Hay que empezar desde cero, entonces la primera bola con la que trabajan se denomina bollo, que es más blandita, y a medida que van progresando cambian a la mixta y después a la de cuero, aunque siempre se busca que ellos estén cómodos», aclara. Asimismo, puntualiza que en el caso del frontball la bola es de caucho, lo que también facilita el juego.
Pero antes de plantarse ante el frontis los pelotaris tienen que tener unos conocimientos previos, no sólo de la normativa en sí misma, sino también de los movimientos técnicos y la armonía entre el tren superior e inferior y la visión, «pues hay que buscar un equilibrio para que luego los golpes sean certeros y tengan la fuerza adecuada». Para ello, en edades tempranas se comienza a entrenar con distintas actividades «no tanto de frontón», sino con la pelota por medio «para que los niños estén activos y vayan desarrollando la coordinación necesaria para enfrentarse después a la pared».
De manera paulatina, los entrenadores incorporan diversos aspectos para ampliar la dificultad. «En este sentido la modalidad de cesta punta es muy útil para coger posturas, y al quedarse la pelota unos segundos en la cesta antes de volver a lanzarla les ayuda a darla más veces, de tal manera que conseguimos así una conjugación de acción y reacción».
Roberto explica que, en todo momento, ellos se adaptan a las necesidades de los pelotaris y sus edades, así que acondicionan los entrenamientos a los tres grupos con los que cuentan. «Dos son de escuela pura y dura, así que además del calentamiento las sesiones tienen juegos y una parte más breve de aspectos técnicos, mientras que con los mayores, que sí que compiten, hacemos más hincapié en el desarrollo de la técnica a través de acciones específicas y competición entre ellos para pulir».
Reitera que «el frontón, independientemente de la disciplina, requiere una conjugación de brazos, piernas y ojos que permitan golpear en el momento preciso y en el sitio adecuado», y agrega que en su caso procuran que sus alumnos trabajen con ambas manos para que sean capaces de controlar los movimientos en todo tipo de situaciones.
Un deporte atípico
El técnico del Jaime Oñate revela que en la Comunidad el frontón es un deporte inusual, ya que son sólo 28 los clubes existentes, de los cuales 8 se encuentran en la provincia de Valladolid, y asegura que se siente afortunado de haber abierto la escuela en un pueblo como Pedrajas en el que siempre ha habido tradición, ya que eso les ha facilitado mucho conseguir adeptos.
Sobre las competiciones, participan principalmente a nivel regional, pero señala que el equipo ha tenido representación nacional en varias ocasiones. Si bien, desde la propia escuela organizan encuentros deportivos con otros clubes, así como torneos de exhibición durante las celebraciones como el día de San Esteban y otras fechas importantes para la localidad, siempre con la meta de seguir fomentando la afición por la pelota y atraer a más alumnos, pero también para hacer que quienes ya juegan sigan progresando y «se conviertan en entrenadores, árbitros… y lleven lejos este deporte, así como el nombre de Pedrajas y del Jaime Oñate».