Crónica de… La magia de los cuentos físicos
La recién estrenada escritora de literatura infantil Tamara Santiago ve estas narraciones como una herramienta fundamental de aprendizaje, y defiende la celebración del Día del Libro como promotor de la lectura y la esencia del papel
Érase una vez, en la pequeña villa de Fuente el Sol, una joven que disfrutaba de los veranos en el pueblo de sus abuelos tanto como de las páginas de un buen libro de aventuras. En ambos lugares su imaginación no tenía límites, y las sensaciones y vivencias que cada una le aportaban hicieron de su niñez un fuerte pilar para su vida adulta.
Tamara Santiago, que así se llamaba la pequeña, se convirtió con los años en profesora de infantil, pero los recuerdos de aquellos veranos nunca se borraron de su mente, y eso, sumado a la experiencia de ver como muchos de sus alumnos no conocen y, ni siquiera imaginan, cómo es pasar las vacaciones en las pequeñas poblaciones, decidió hacer realidad una idea que llevaba tiempo rondando su mente; contar su historia de la misma manera que ella disfrutaba de tantas de niña: un cuento.
De este modo, la ahora adulta Tamara publicó el verano pasado su primer álbum ilustrado, ‘La magia de un pueblo’, en el que traslada su realidad y la de muchas otras personas con una divertida historia y de una forma muy visual. «Después de una temporada alejada del mundo lector, las novelas y cuentos del escritor Eloy Moreno me devolvieron las ganas de leer y de contar historias. Entonces me di cuenta de que era una pena que los niños de ahora tuvieran ese desconocimiento y que tenía que hacer algo», explica, y añade que «desde hacía años quería contar mi experiencia, pero nunca me había atrevido a dar el paso, y cuando lo hice era más con la idea de que ese libro se quedase únicamente en mi familia, en mi pueblo y en mis clases».
Sin embargo, el éxito que el cuento de la joven medinense ha cosechado desde su publicación es más de lo que ella esperaba. «Cuando lo mandé a las editoriales tenía la esperanza de que alguna me respondiera, pero no creía que pudiera hacerse realidad y ahora me sorprende la gran acogida que ha tenido desde que lo presentamos».
Para la recién estrenada escritora de literatura infantil los cuentos son una parte esencial en el aprendizaje de los más pequeños, pues no sólo les ayudan a dar rienda suelta a su imaginación, sino que también son «una herramienta fundamental en la educación en valores». Apunta que algo primordial en estas narraciones son las ilustraciones, ya que ayudan a dar forma a las ideas que se están contando. Y del mismo modo que las imágenes son un fuerte apoyo para los niños, leer cuentos físicos también es muy importante, pues «la magia y la esencia que hay en el papel no se encuentra en un dispositivo digital».
Página en blanco
Santiago comenta que a la hora de escribir un cuento lo primero es tener claro qué se quiere contar, pero también «ponerse en la piel de los niños para adecuar el lenguaje». «Cuando escribes para un público infantil hay que ser breve y conciso, pero también tener un estilo sencillo y claro y procurar no irte por las ramas», señala, y recuerda que cuando comenzó con las primeras páginas se dio cuenta de que se «extendía demasiado» y que tuvo que reducir mucho el texto original ya que «todo aquello que no contamos en palabras se hace ver a través de las ilustraciones, por eso son tan relevantes».
Pero antes de enfrentarse a la página en blanco, Tamara pensó que su verdad y sus vivencias en el pueblo no eran las únicas que podía haber, por ello, realizó una encuesta en su entorno para recopilar más historias. «Sin yo saberlo, mi familia y amigos reenviaron la encuesta y al final me encontré con un centenar de testimonios que me ayudaron mucho a la hora de elaborar el cuento», revela.
Como todo escritor, la joven comenta que ella también tiene manías o rituales a la hora de escribir, y cuando las ideas se agolpan en su mente y necesita plasmarlas en papel, las libretas son sus grandes aliadas, pero con una peculiaridad, ya que los conceptos principales los apunta en la parte delantera del cuaderno, mientras que el desarrollo comienza en la parte de atrás, una costumbre de la que según dice, «no me había dado cuenta hasta hace muy poco».
En cuanto a la inspiración, le viene de la vida en general, y ya son varios los proyectos que rondan su creativa cabeza, aunque por ahora no quiere agobiarse, ya que la promoción de ‘La magia de un pueblo’ todavía continúa y sólo sus ratos libres le permiten sentarse ante la pantalla del ordenador o su cuaderno para crear nuevas historias. Lo que tiene claro es que «sin duda» le gustaría que Marjoris Pirela fuese quien ilustre sus próximos cuentos, pues este género literario siempre ha sido su favorito y «de momento» no tiene intención de lanzarse a la piscina del mundo novelístico.
Lo que sí que puntualiza la medinense es que el panorama editorial «es muy complicado para los nuevos escritores». «Te encuentras con un control de seguridad delante de las grandes editoriales que es muy difícil de atravesar si no tienes un nombre o una recomendación, pero luego están las editoriales de coedición que suelen dar oportunidades a gente nueva, como Babidibú me lo dio a mí».
La era digital literaria
Como educadora, Tamara Santiago considera que la lectura influye de manera considerable en el aprendizaje de los niños, pero también en su vida en general. «Los peques se suelen ver reflejados en los personajes y en los relatos y eso les ayuda a enfrentar determinadas situaciones y es un apoyo también para los profesores, ya que nos sirven para llevarles hasta las enseñanzas que queremos».
Puntualiza que cada vez son menos los libros físicos que se leen, pues la era digital está absorbiendo poco a poco al papel con formatos interactivos que plantean también juegos en línea sobre lo que se ha leído. Sin embargo, señala que, de alguna manera, la esencia del papel «aún tiene mucho peso» sobre todo en los lectores más jóvenes, que prefieren palpar y pasar las páginas ellos mismos y ver impresas las ilustraciones.
Por ello, aboga por la importancia que tiene la celebración del Día del Libro, ya que es una puesta en valor de la literatura en general y un recordatorio de la magia que entrañan las páginas de un libro y de aquellas librerías con encanto que se tienen «un poco olvidadas». Además, añade que para los escritores, este día y las ferias que se celebran, como la de Medina del Campo, «son un buen escaparate promocional y una oportunidad de hacer ver a quienes las visitan la singularidad de los libros físicos y lo enriquecedora que es la lectura».