Crónica de… Un apicultor amateur

Crónica de… Abejas y miel, las colmenas de El Campillo

Ignacio Pastor cría abejas desde hace seis años, durante los cuales ha ido aumentando su ganadería apícola hasta alcanzar un total de 50 colmenas. El medinense asegura que el cuidado de estos animales es mucho más duro que cualquier otro tipo de ganado, ya que «hay que tener muchos conocimientos para que no se te mueran y aun así es algo que puede ocurrirle hasta al más experto»

Autodidacta y dedicado, Ignacio Pastor, de 28 años, es un enamorado del mundo animal, pero, desde niño, lo que más le ha llamado la atención son las abejas. Fue en 2016 cuando el medinense comenzó a dedicar su tiempo libre al cuidado de estos pequeños insectos que, trabajadores y organizados, entrañan más de un secreto que el joven descubre día a día. Con unas 50 colmenas repartidas entre El Campillo y Salamanca, Pastor compagina su trabajo con la apicultura, y recorre los campos con su ejército alado en busca del néctar dorado que después vende a amigos y familiares, compartiendo así su pasión y el fruto de su trabajo a través de su pequeña empresa Miel El Campillo.

¿Qué tienen las abejas que te hicieron convertirte en apicultor?

Cuando era pequeño veía a los curas de El Campillo que tenían abejas y siempre me llamaron la atención estos animales y cómo conseguían fabricar la miel. Intenté que mis padres me dejaran tener alguna colmena, pero no hubo suerte, y hasta hace seis años no compré mis dos primeras colmenas. Vengo de familia de ganaderos y agricultores, y pensaba que las abejas eran como cualquier otro tipo de ganado, y no es así. Hay que tener muchos conocimientos, y eso no te asegura que no se te mueran. De hecho, a mí se me murieron todas el primer año y, aunque me desanimé un poco, al siguiente compré más, y a base de multiplicar y dividir he conseguido llegar a las 50 colmenas. Yo soy autodidacta y me voy formando poco a poco, gracias a la ayuda de amigos apicultores, que nos resolvemos juntos las dudas, y también a base de prueba y error.

¿De qué clase son tus abejas?

Las mías son ibéricas. Me gusta apostar por lo autóctono. Es cierto que existen clases más productivas, pero tienen sus pros y sus contras, y la ibérica es la que mejor se familiariza con el entorno porque ya está acostumbrada al clima.

¿Cómo es el cuidado de las colmenas? ¿Cuánto tiempo hay que dedicarles?

Si tienes colmenas siempre hay trabajo… es incalculable el tiempo que hay que echarle. No es solo cuidar a las abejas, sino también el mantenimiento de los panales y las cajas en las que se colocan, así como el tratamiento anual.

Cuando va a llegar el invierno las dejamos con suficientes reservas de comida para que pasen la estación y así no tener que abrir la colmena. Dentro suelen tener una temperatura de unos 36 grados y si abres se desestabiliza la temperatura, las crías se enfrían y es cuando pueden coger enfermedades y morirse. Una vez que va llegando el buen tiempo vigilas a ver si les quedan reservas, y si casi no tienen provisiones se les puede poner un alimento sólido, compuesto por glucosa y fructosa, que se comen muy rápido. En cuanto a la trashumancia de las colmenas tiene que hacerse por la noche, que es cuando ya han vuelto todas las abejas del campo.

Por otro lado, los panales hay que cambiarlos cada vez que extraes la miel, pero eso es muy caro, entonces los apicultores los suelen utilizar entre dos o tres campañas.

¿Cuáles son las principales enfermedades que atacan a las abejas?

Hongos o un virus que las paraliza, pero su principal enemigo es la barroa, que actúa como las garrapatas en los perros. Son ácaros que se reproducen dentro de las celdas de cría, chupan la linfa de la abeja y eso hace que nazcan con deformidades y que al final mueran, y a las adultas si les pica mueren. Por ley tenemos que hacer un tratamiento químico al año, de tal forma que impregnamos con insecticida unas tiras de cartón; las abejas ven que es algo extraño, lo roen y lo tiran, y de esta manera entran en contacto con el compuesto que reduce el número de ácaros que las puedan atacar.

¿Qué herramientas que necesita un apicultor?

Para abrir las colmenas utilizamos un ahumador, que es un recipiente en el que se echa paja, le prendes fuego, y con el fuelle que tiene pegado das con el humo en la colmena para que no te piquen, porque si no se te llena el traje de abejas y el sonido da respeto, sobre todo cuando no estás acostumbrado. Lo que hace el humo es advertirles de que hay un incendio, entonces se organizan para coger todo el alimento posible, para cuando llegue el fuego salir con la reina, y mientras se están organizando no te atacan. Por otro lado, con una pinza coges los panales para moverlos y demás. Hay un cepillo que sirve para desabejar, y cuando sacas los panales das un golpe seco y las que se quedan pegadas las retiras con el cepillo. Luego hay varios tipos de traje, pero los mejores son unos que son un poco más caros porque tienen tres capas y puedes ir prácticamente sin ropa que no te traspasa. Y por supuesto están las cajas en las que se colocan los panales, la cera para que llenen el panal y las máquinas para extraer la miel. 

¿Cuánta miel pueden producir las abejas?

Eso va de las floraciones a las que lleves a tus abejas. Las mías sólo están en El Campillo y alrededores y en Ledesma en Salamanca, entonces yo saco miel de girasol, mil flores de primavera, miel de bosque de la dehesa y de colza, que de esta última suelo sacar poco porque tiene un sabor muy particular y no gusta tanto como el resto. En un año normal, por colmena, suelo sacar entre diez y veinte kilos, aunque si las floraciones van bien porque ha habido lluvias y ha sido un buen año puedo sacar hasta 50 kilos, aunque pocas veces se da el caso.

¿Cuándo se realiza la cosecha? ¿Cómo se hace?

El periodo de cosecha de la miel empieza más o menos en mayo o junio hasta septiembre u octubre. En las cajas se colocan paneles con cera laminada, que es cera de abeja natural, y ellas la estiran y ahí es cuando van creando las diferentes celdas, y en unas crían y en las otras las rellenan de miel y polen. Cuando la miel está lista se nota en los panales porque brillan, pero eso es porque tienen mucha humedad, entonces las abejas esperan a que no tenga tanta humedad y la operculan, es decir, que ponen una capa de cera por encima. Una vez que ya están llenos llega el momento de desopercular, que consiste en quitar esa cera con un cuchillo o con una especie de tenedor. Cuando están limpios pasamos los panales a un extractor que, mediante fuerza centrífuga, extrae la miel de un lado, y luego hay que repetir la operación en el lado contrario. Esa miel sale con impurezas (restos de polen, cera, propóleo) así que se echa en un cubo de plástico alimentario y se lleva a un decantador durante una o dos semanas. Aquí, por densidad, la miel se filtra y se limpia de impurezas, y después ya se puede envasar.

¿Es cierto que depende de la flor de la que se extrae el polen cambia el color y el sabor de la miel?

Sí. Por esta zona es común la miel de girasol, que es más ambarina y dulce, y también la de colza, que es blanquecina. En mi caso, como también tengo colmenas en Salamanca, la miel es de la dehesa y de las flores silvestres y tiene un color más oscuro.

¿La miel que obtienes la vendes o es para consumo personal?

Principalmente es para consumo personal, para amigos y conocidos, pero este año tengo intención de emprender para poder vender al público.

Además de miel, ¿qué otros productos se obtienen de las abejas?

Jalea real, que es el alimento principal de las abejas, polen o propóleo. El polen por ejemplo se recolecta con un caza polen, que es una especie de casita con agujeritos del tamaño de las abejas, y cuando ellas entran por ahí dejan caer el polen para poder pasar por las aberturas. Por su parte, el propoleo –una especie de resina- se saca con una malla que se pone encima de los panales, entonces ellas cualquier poro o grieta que tengan lo van a sellar con esta sustancia y cuando ves que esa malla está llena la retiras y la metes al congelador. Después hay que golpearlo para despegarlo, y si lo mezclas con una proporción de alcohol alimentario sacas una tintura que sabe muy mal pero que es muy buena a nivel sanitario, porque es anti fúngico, antibacteriano… De hecho, todos estos productos que se extraen de las abejas son muy buenos para la salud.

«De una colmena se pueden extraer hasta 50 kilos, aunque lo normal son entre 10 y 20 kilos»

En estos seis años que te llevas dedicando a la apicultura ¿qué es lo más curioso que has aprendido de estos animales?

Son muy sensibles a los cambios de tiempo y muy inteligentes, por ejemplo, cuando va a haber tormenta, ellas lo notan y unos días antes están muy alborotadas y agresivas. Para comunicarse hacen bailes y vibraciones que llaman mucho la atención cuando abres el panal y lo ves. Otra cosa muy curiosa es que en verano, cuando la temperatura de la colmena es demasiado alta, los zánganos hacen corrientes de aire con sus alas para ventilar, y si te acercas por la noche y lo escuchas impresiona bastante. Además, son unos animales muy organizados y cada uno tiene su cometido y sus tareas muy claras; la reina es la que pone los huevos, los zánganos la fecundación y la ventilación, y dentro de las obreras hay diferentes clases que, dependiendo del periodo de vida, van pasando de unas labores a otras. Primero se dedican a la alimentación de las larvas, a hacer propóleo o a crear cera, y de ahí pasan a percorear, que es salir al campo a recoger alimento y agua, después son soldados y mueren.

Al estar tan desarrolladas ¿es posible que se rebelen contra su reina?

Sí y no. Son las propias abejas las que generan a su reina, alimentando a la larva sólo con jalea real para favorecer el desarrollo del órgano reproductivo, y cuando ven que una reina no produce tanto como debería, son ellas mismas quienes la matan y crean otra. Las reinas tienen una feromona que hace que la colmena funcione, y que las abejas no se equivoquen y se vayan a otra cuando regresan de recoger polen, por eso es esencial que haya una reina, porque si no tarde o temprano toda la colmena muere.

Se dice que la ganadería apícola es muy importante para el desarrollo de las zonas rurales, ¿es cierto?

Puede ser. Para ser apicultor no es necesario comprar un terreno y estarlo cuidando, y con las abejas se puede sacar dinero en casi cualquier sitio. En zonas de sierra que sólo hay turismo, es una forma de sacar un sueldo. Pero hay que tener muchos conocimientos y el material es muy caro, así que hay que saber cómo sacarle rentabilidad.

«Si se conociera cómo es el proceso de elaboración de la miel quizás se incrementaría el consumo»

¿Entonces cualquier zona es buena para criar abejas?

Sí, aunque con matices. Esta zona es mala, porque hay demasiado cultivo y no tanta flor, y a pesar de que sí se puede sacar miel, hay muchos fitosanitarios, y eso afecta mucho a las abejas. Yo las tengo en una tierra que está rodeada de colza, pero antes de llevarlas allí he hablado con los agricultores para saber qué tratamientos hacen al cultivo, porque hay que tener mucho cuidado y dependiendo de lo que utilicen y lo que perdure en el tiempo el químico pues puede matar a las abejas. Por eso las zonas ideales son las dehesas, porque no echan herbicidas y tienen mucha floración y de diferentes tipos. 

¿En qué consiste el SDA o Síndrome de Desaparición de la Abeja?

Es cuando las abejas abandonan las colmenas por el incremento de enemigos, como por ejemplo las prácticas agrícolas súper intensivas que monopolizan los cultivos y hacen que no haya flora natural alimento para ellas.

¿Qué ayudas reciben los apicultores?

Hay subvenciones, pero yo personalmente no percibo ninguna porque hay tres tipos de apicultores. Los hobbistas, que es lo que era yo hasta el año pasado, que es hasta 15 colmenas para autoconsumo. A partir de 15 hasta 150 eres no profesional -que es lo que soy yo- no percibes subvenciones ni ayudas, pero puedes vender entre 900 y 1200 kilos de miel si te das de alta en la Seguridad Social, y a partir de 150 ya eres profesional y ahí sí que recibes las ayudas de la administración.

El consumo de la miel no es muy alto, ¿a qué se debe?

Creo que es por el desconocimiento que hay de las propiedades sanitarias que tiene, pero sobre todo porque no se conoce muy bien cómo se elabora, y si se diera más publicidad a la apicultura podría aumentar el consumo.

Como apicultor amateur ¿tienes alguna anécdota?

Anécdotas un montón, pero quizá la más curiosa es que cuando llevaba poco tiempo dedicándome a la apicultura descubrí que era alérgico a las abejas. Toda la vida me han picado y nunca me había pasado nada, pero en dos ocasiones me empezaron a arder las extremidades, a nublárseme la vista, hasta el punto que perdí el conocimiento porque me dio un shock anafiláctico, y eso sólo con una abeja, así que si me llegan a picar cinco me muero. Fui al médico y me dijeron que era alérgico, y como no quería dejar las colmenas ahora que estaban empezando a funcionar me dieron la solución de vacunarme una vez al mes durante cinco años, y así evitar esas reacciones.