La procesión del Silencio de Medina, un museo de crucificados en la calle
Más de 3000 cofrades y un total de 17 pasos del siglo XVI salen en la procesión del Viernes Santo
Rojos, morados, negros, marrones y blancos. Capuchones de distintos colores comienzan a desfilar por las diferentes calles de Medina. Como hormiguitas con un objetivo, 3000 cofrades marchan en silencio hacia la plaza Mayor, portando consigo los más de 17 pasos procesionales del municipio. Poco a poco todos ellos se van congregando y tomando posición en el ágora de la localidad, listos para comenzar la procesión más importante de la Semana Santa.
A las puertas de la iglesia de la Colegiata, las bandas tocan el himno nacional, dando así paso a la salida de la Virgen de las Angustias -patrona y alcaldesa perpetua de Medina del Campo-, quien espera a que todas las cofradías lleguen al zócalo principal para hacer su aparición, mientras el murmullo de los transeúntes que se acercan a ver la procesión se funde con la quietud de los cofrades.
Acto seguido, la vicepresidenta de la Junta Local de Semana Santa se acerca al palco de las autoridades y pide permiso al presidente para comenzar la procesión, quien deriva la petición al consiliario –representante de la iglesia en la Junta-. Una vez que este último da su aprobación, la vicepresidenta da la orden de inicio a la primera cofradía, la Oración en el Huerto, y a las 20.30 horas tambores y cornetas entonan la melodía de la marcha.
A través de un recorrido circular, Medina se convierte en un museo de arte renacentista en movimiento, una muestra que no deja indiferente a quien la presencia, ya que su magnífica colección de crucificados y tallas del siglo XVI transmiten en sus ojos el sufrimiento de la Pasión. Un compendio de música, devoción y realismo que emociona a los visitantes que cada año son testigos de la procesión del Viernes Santo en la Villa de las Ferias.
Se trata de un museo de arte renacentista en movimiento
Sin embargo, la penitencia aún no ha terminado, y a la una de la madrugada todas las luces se apagan, el silencio envuelve el municipio y dos hogueras iluminan las puertas del Convento de San José. Los viandantes se agrupan a los pies del pórtico del monasterio, aguardando la salida del Cristo en brazos de la Muerte, uno de los momentos más espectaculares de esta procesión, puesto que debido a la dificultad de la salida y la altura de la talla, los hermanos de la cofradía del Cristo en su Mayor Desamparo tienen que sacar la imagen agachados, dando más dramatismo al momento.
A su paso por la entrada del templo, los congregados encienden las antorchas que iluminarán el camino de la procesión, y al llegar a la Colegiata hacen con ellas un pasillo de luz por el que cruza la talla al son del canto del Coro Gregoriano de San Antolín. Una vez que regresan a la calle Santa Teresa, los fieles rezan a la imagen por su protección, poniendo el broche final a una de las procesiones más emotivas de la Semana Santa medinense.
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