Austeridad y percusión envuelven la procesión de la Sentencia de Medina
Al día siguiente, en el Martes Santo, los hombres de la localidad continúan con el ya tradicional Rosario que sobrecoge a todo aquél que se encuentra con él
Son las 21.00 horas del Lunes Santo, no hace mucho frío, pero el aire aún corta la respiración. Hay poca gente por la calle y a lo lejos se escucha el tráfico que transita el municipio de Medina del Campo. En el Monasterio de San José comienza a abrirse su pesada puerta, que con un leve chirrido descubre en su interior a un grupo de personas vestidas con un hábito color crema, de su cintura cuelga un cíngulo y de su cuello una sencilla cruz de madera. Se trata de la cofradía de Cristo en su Mayor Desamparo, que se dispone a salir en la procesión de La Sentencia.
La estrechez de la puerta del monasterio dificulta la salida de la imagen del Cristo Preso (Ricardo Flecha, 1990), pero esto no supone un impedimento, sino que realza la sobriedad del paso y la fuerza de los cofrades que sacan a hombros la figura del mesías, cuya única iluminación son las antorchas que se apostan en sus andas. Entre los encapuchados destacan dos siluetas que, a diferencia del resto, no visten el hábito correspondiente, sino que ataviados con trajes de romanos van encabezando el paso.
La hermandad recorre lentamente las calles angostas y oscuras de Medina, y 18 portadores llevan a hombros la imagen desde Santa Teresa, por las calles de las Cuestas, hasta los Juzgados, enclave en el cual uno de estos romanos lee la Sentencia que sufrió Cristo a manos de Poncio Pilatos.
La austeridad es la característica principal de la procesión, que a través de todo el recorrido va acompañada únicamente por una sección de percusión. Pero no es sólo de la procesión en sí misma, sino que toda la cofradía lleva la sobriedad por bandera, ya que su pretensión principal es representar la Semana Santa tradicional Castellana.
Un Rosario en contra de la guerra
El Martes Santo a las 23.00 horas la iglesia de Santiago se convierte en el escenario del inicio de uno de los actos más curiosos de la Semana Santa medinense; el Rosario de Penitencia de los hombres.
Niños y mayores, sin importar si son cofrades, entonan el Rosario desde la iglesia de Santiago a lo largo de un recorrido circular, durante el cual portan a hombros al Cristo de la Penitencia, símbolo principal de esta procesión. En esta singular cita los murmullos de los transeúntes son casi inaudibles, ya que el hermetismo de los que componen el paso y el simbolismo de esta procesión no dan pie a las voces ajenas. Tal es la impasividad de los procesionantes que incluso los viandantes se apartan al verlos, procurando no interferir en su camino y sus cánticos.
Esta peregrinación tiene su origen en la Guerra Fría cuando, tras la invasión de Hungría por parte de las tropas rusas, un grupo de jóvenes decidió implicar a todos los hombres de Medina del Campo para pedirle a Dios por el fin de la ocupación mediante la entonación de un Rosario. Una tradición que ha perdurado en el tiempo y que conserva el carácter austero de las celebraciones pasionales en Castilla.
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