«Ser más metódicas es lo que ha abierto el camino a las mujeres en el mundo del vino»
María Sevilla es asesora enológica en Rueda, y desde su posición de empresaria aboga por facilitar la conciliación familiar tanto a mujeres como a hombres, siempre y cuando se tenga en cuenta «que no están de vacaciones»
Viticultores, bodegueros, enólogos… todos ellos nombres en masculino. A lo largo de los siglos esta pauta se ha repetido en la inmensa mayoría de los empleos, no sólo en los relacionados con el vino, pero, desde hace unos años, la presencia de la mujer en este mundo cada vez es más importante, y aunque el grueso de esas actividades las siguen desempeñando los hombres, las terminaciones femeninas en estos sustantivos han aumentado de manera considerable. María Sevilla, asesora enológica y propietaria de la asesoría rodense que lleva su mismo nombre, admite que la entrada de las mujeres en el universo vinícola ha sido muy lenta pero que «el ser más metódicas es lo que nos ha abierto el camino».
Licenciada en química, María comenzó su andadura en las bodegas tras acabar la carrera, donde se encargaba del análisis de acidez y pH de los vinos, sin embargo, su curiosidad e inquietud le hicieron no quedarse sólo entre probetas y exámenes, sino que se interesó por las catas y la evolución de los mostos hasta convertirse en el reclamo de estas empresas, así que sin pensarlo comenzó sus estudios en enología y, gracias a un asesor enológico se interesó por este campo del sector, pues el abanico de posibilidades que le ofrecía conocer distintos vinos, conceptos y procesos la enamoró desde que lo probó, y tras cosechar una cartera de clientes decidió abrir su propio proyecto de asesoría.
Sevilla recuerda que, cuando ella llegó a esta esfera marcada por el dios Vaco, además de ser muy pocas las mujeres en el sector, «todo se decía de palabra y no había un control concreto, algo que fuimos implementando nosotras; una nueva manera de trabajar con más orden y trazabilidad», lo que, a su modo de ver, ha llevado a que en las bodegas ahora existan más ISOS (Organización Internacional de Normalización) implantadas.
Y es que el arte y ciencia del cultivo de la vid y la elaboración de elixires a través de sus frutos no deja de ser un negocio, quizás uno de los más antiguos, y como en todo lo añejo, las costumbres en cuanto a acuerdos y transacciones se cerraban –además de en los lugares en los que se bebían sus productos- de palabra. Pero, al igual que la llegada de la mecanización y los avances tecnológicos han facilitado muchos de los procesos de este trabajo, María Sevilla explica que la presencia de las mujeres en el sector, «al ser bastante más ordenadas y metódicas» también ha ayudado, en este sentido, «a implementar sistemas de calidad, de organización y a establecer una manera diferente de trabajar la producción y los negocios».
La asesora hace hincapié en que, aunque las féminas escaseaban en el sector cuando ella comenzó su andadura, «nunca» sintió que le pusieran trabas ni la discriminasen, «ni viticultores, ni enólogos, ni jefes de bodega… todos ellos siempre me respetaron como profesional y como mujer».
Como empresaria, concibe que, de la misma manera que el número de mujeres ha crecido en el sector, los derechos entre ellas y los hombres en cuestiones laborales se han equiparado a lo largo de los años, sobre todo en cuanto a la conciliación familiar, algo sobre lo que María está «totalmente a favor». «A mí me parece bien cómo están planteadas ahora las bajas por maternidad, con el mismo derecho para unos y para otros, pero compartiendo todo, no sólo contemplar al bebé», señala, y añade que, para ella, es importante que sus empleados también comprendan que «no están de vacaciones» y que las bajas por estos motivos «no son para desvincularse por unos meses de la empresa, hay que compatibilizar».
Asimismo, asume que la conciliación es «complicada» y que es mucho mejor «con apoyo», pero que si, por ejemplo, «el permiso de paternidad se pudiera alternar, una o dos semana cada uno, estaría muy bien para que, de alguna manera, no se perdiera el vínculo con la empresa y no fuese sólo estar cambiando pañales y dando biberones». Pone el ejemplo de cuando ella tuvo a sus hijos, ya que si la baja hubiera estado planteada así, «ambos podríamos haber tenido más cosas que contarnos además de cuántos pañales habíamos cambiado».
Consejos enológicos
Desde su posición de asesora enológica, donde es testigo de distintas formas de ver el vino, de concebirlo y tratarlo, María explica que la situación actual en las bodegas es que las nuevas tecnologías «puede» que le estén ganando años a la viña, ya que «es posible hacer vinos buenos con vides muy jóvenes», pero que es algo «muy complicado».
«La tecnología y las nuevas técnicas ayudan a la microoxigenación, a determinar el momento óptimo en el que hacer la vendimia, pero necesitas muchas otras herramientas», apunta, pues según dice, «igual que una persona de 20 años puede tener mucha avidez, no va a tener nunca la sabiduría de una de 50, y en los vinos ocurre lo mismo». Para María, «con buenas uvas y pocos medios se pueden conseguir unas bebidas muy expresivas, y sólo necesitas no llevar el viñedo a una sobreexplotación», ya que según admite, «el propio potencial de los frutos es el que te va a llevar a hacer buenos vinos», en cambio, «aquellos que se hacen con uvas de viñedos jóvenes necesitan de mucha tecnología para poder equipararse a los de mayor edad».
Señala además que cada vez son más las bodegas que ven la necesidad de diferenciarse, buscando dar un valor añadido a su oferta mediante la experimentación, «focalizando y estudiando en qué se diferencian de los demás y eso les lleva a nuevas elaboraciones, productos y técnicas». Para ella, la experimentación es casi «una necesidad impuesta» para seguir creciendo o mantener un nivel en el mercado. «Es cierto que en Rueda es más difícil hacer esto por las normas del Consejo Regulador, pero nosotros, que salimos de nuestro reducto de galos y vemos distintas formas de trabajo en otras D.O., tenemos la mente muy abierta e intentamos extrapolarlo –en la medida de lo posible- en la zona».
Un servicio completo en el que desde su asesoría dan no solo a grandes grupos, sino también a pequeños productores, contándoles las novedades del mercado y analizando sus productos para «en ocasiones mejorarlos, en otras darles continuidad y otras veces ayudándolos en la creación de cosas nuevas, e incluso en los servicios de laboratorio».
Asesora, madre y entregada en ambos trabajos, María Sevilla disfruta tanto de su empleo como del tiempo con su familia, y siente que el vínculo que muchas mujeres tienen con sus hijos ella lo tiene «con mis hijos y con el trabajo», pues ambos son parte de ella y considera que su felicidad se debe a que ser una cosa no se ha opuesto a ser otra y «para mi es mentalmente productivo el compaginar ambas».
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