8 de marzo. María Fernández, ganadera

«La ganadería engancha, lo que no engancha son las injusticias que sufrimos»

María Fernández cuenta con una explotación de 1.200 ovejas, su trabajo es su pasión y una elección de la que se siente orgullosa. Para ella no existen dificultades en este oficio, y asegura que ya no hay diferencias entre hombres y mujeres, sino que cualquiera puede dedicarse a este sector

Alegre, risueña, trabajadora y sin pelos en la lengua. Así es María Fernández, gerente y propietaria, desde hace diez años, de la Sociedad Cooperativa ‘Las Negras’, una explotación agraria en Medina del Campo que tiene como filosofía el relevo generacional y la eliminación de los sesgos de género sobre quiénes pueden desempeñar el trabajo actualmente en el sector primario.

María lleva en la sangre el campo, pues ya su abuela tenía una vacada en la misma explotación donde ahora se encuentran sus ovejas y, después de ella, su padre y su tío cambiaron el ganado bovino por el ovino. La joven cuenta que desde niña estaba prendada del mundo del campo y ya entonces quería ayudar en las tareas, pero no fue hasta 2013 que tomó las riendas de la finca.

Así, criada entre rediles, ordeñadoras y lana, ha «mamado» el amor por estos animales y la labor que conlleva su cuidado, y cuando la jubilación de sus predecesores estaba cerca, la nostalgia por lo vivido en la finca le hizo replantearse su vida profesional. «Yo era dependienta en una tienda de ropa, pero al ver que el lugar en el que había crecido mi padre, e incluso yo misma, se iba a vender o a alquilar fue como una descarga que cambió el chip que había en mi cabeza, y no lo pensé». De este modo, Fernández hizo junto a su marido el curso de incorporación a la ganadería, tras lo cual realizaron un vacío sanitario y cambiaron la raza Assaf por Lacaune, una familia de origen francés con la que pretendían diferenciarse del resto de ganaderos del entorno a través de la mejora genética que tiene este tipo de ovejas en la ubre. Admite que, aunque ella ya sabía cómo era dedicarse a esto, porque lo había visto en casa, «es un mundo que cuando lo pruebas engancha, aunque lo que no engancha son las injusticias en cuestiones de precios que sufrimos tanto ganaderos como agricultores».

La ganadera señala que cuando ellos se pusieron al frente del negocio la mecanización ya era parte del día a día de la profesión, y el trabajo físico era equiparable entre hombres y mujeres; «en este momento no existen las diferencias de antaño, no hay un trabajo de fuerza como tal en el que se necesite una mano más masculina». Según cuenta, las principales dificultades a las que se enfrenta realmente no están dentro del cuidado de la propia cabaña lanar, pues ver cómo progresa el trabajo a lo largo de los 365 días del año es «muy satisfactorio», sin embargo, la falta de ayudas en los precios «te desanima bastante, porque sube el coste de los alimentos, luz y demás, pero no el de la leche».

Manifiesta que «está muy bien que suba el importe de las materias primas, pero debería de pasar lo mismo con la leche que vendemos». «Nada tiene que ver la guerra, ni el covid», señala, ya que hay elementos que tienen el mismo precio casi desde que ella entró a formar parte del mundo rural, y apunta que uno de los problemas es que los propios ganaderos y agricultores no pueden establecer el coste de sus productos.

«Es desalentador ver como sube el coste de materias primas y no la leche»

No obstante, con el apoyo de su marido y de otras dos personas, ella sigue adelante con el proyecto que un día la llevó de estar entre prendas de ropa a cuidar de seres vivos, y de esta manera, compagina su profesión con su vida personal, y cada mañana se levanta con una tarea clara: decidir quién llevará ese día al niño al colegio y quien se irá a la granja a comenzar con el ordeño. Pues una de las claves del éxito de María es que para ella la conciliación familiar, «aunque complicada en algunos momentos», ha sido bastante sencilla. «Nosotros nos hemos organizado bien y también contamos con la ayuda de las abuelas, que son maravillosas y un gran apoyo».

El día a día

Con un total de 1.200 cabezas, el día a día de este matrimonio es una carrera en la que el cuidado de las ovejas se fusiona con el de mantener una vida social activa, pero, como bien dice Fernández, es una decisión que volvería a tomar y de la que se siente «orgullosa». Así, la pareja tiene como primera tarea ordeñar a las ovejas, para después continuar con darles de comer y seguir con todo lo relativo al rebaño, pues las labores que hay que realizar en la explotación «no son pocas».

«Tenemos a nuestros animales estabulados y divididos por lotes, es decir, alta producción, baja, secas –que son aquellas que acaban de ser destetadas y se encuentran al principio de la gestación- y las que están a punto de parir, y cada uno de ellos, dependiendo del momento del año en el que se encuentre, tiene unos cuidados», explica, y añade que «en época de paridera hay que separar a los corderos, dar biberones, atender las nodrizas… no es un trabajo para estar con los brazos cruzados».

María hace hincapié en que el cuidado del ganado ya «no es como antes», y manejar a las ovejas «es sencillo». «Muchas veces, cuando dices que tienes ovejas, la gente se piensa que aún estamos con la cayada y la boina mirándolas cómo comen en el pasto, y no es así para nada», recalca, pues además de los propios cuidados la joven realiza también «mucho trabajo de oficina» con gestiones administrativas y los registros de cada ovino. «Los animales tienen un chip que guarda los datos de las fases por las que pasan, es decir, litros de leche que dan, los corderos que tienen, cuándo los tienen, etc., entonces leemos ese chip y luego volcamos los datos en el sistema».

Por otro lado, cuenta que, en ‘Las Negras’ están organizados con un método estacional, procurando tener siempre la misma producción de leche de alrededor de 600 litros –aunque les gustaría alcanzar los 800 o los 900 litros-, y la monta es controlada para tener partos cada cinco meses. «Por eso hacemos una planificación anual que también nos lleva mucho trabajo».

Defiende además que el sector es apto para cualquier persona, indistintamente de si es hombre o mujer, pero que en la actualidad «es muy difícil encontrar a gente que quiera trabajar en el campo». «En las entrevistas preguntan por las vacaciones y el sueldo, cuando antes lo único que queríamos saber era cuándo empezábamos. Hay una creencia de que en el campo estamos esclavizados y está totalmente alejada de la realidad, pues tenemos nuestros descansos como todo el mundo», sentencia, y puntualiza que para trabajar con ellos lo único que es necesario es un curso de formación de campo y «estar dispuesto a aprender día a día del trabajo y de los animales, como me pasó a mí».

«La ganadería tiene mucho trabajo de oficina, no es mirar como comen los animales»

Fernández pone de relieve que se debería de valorar más la labor del sector primario, tanto agricultura como ganadería, «porque sin ellas no se come y eso tiene que reflejarse en otras cosas». «No existe un sesgo de género de ayudas o no ayudas por tu sexo, o distinción en los precios, el problema es el mismo para todos, y si hay mujeres interesadas en este trabajo tienen que animarse ellas mismas a ponerlo en marcha, aunque es cierto que las subvenciones para empezar de cero son pocas, y en mi caso el contar con una estructura previa me facilitó mucho las cosas», aclara.

Reitera además que «es una pena» que el precio de la leche suba sólo un 17% y el de la alimentación del ganado un 46%, «así no te cuadran las cuentas porque el coste de producción es muy alto». Sin embargo, María, con su carácter alegre y optimista, apunta que en este tiempo han aguantado, «que es lo importante», y prevé que este año se presenta con más claridad que los anteriores, «y si la cosa se mantiene bien quizás en el futuro podríamos poner en marcha una quesería a la que destinaríamos un pequeño porcentaje de la leche; un proyecto que tenemos en mente desde hace años pero que, de momento, no hemos podido llevar a cabo».

Como en todo, después de la tormenta llega la calma, y en este momento María siente que todo está estable y sólo puede ir hacia arriba, una situación que le hace reafirmarse en la decisión que tomó hace diez años y que repetiría en diez vidas distintas.

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