Siguiendo el curso del verano
Agua, ocio, cultura y entretenimiento envuelven la época estival de la Zona, que cuenta con una oferta diversa de actividades para realizar durante los meses más calurosos del año
Tras un invierno caracterizado por el viento helado que surca los cielos, de ese que corta los labios e impregna de un color rosado las mejillas y la nariz de quienes se atreven a enfrentarse a él, y en el que las nieblas nublan la vista de los campos desnudos contiguos a las asfaltadas carreteras; llega por fin el verano con sus amplias horas solares, en las que la gran estrella brilla con tanta fuerza que hace entornar los ojos a aquellos que le plantan cara y se proponen disfrutar de la luz y de lo que el estío les ofrece.
Muy pocos desconocen que son estos meses veraniegos los más completos del año, ya que cada fin de semana y, prácticamente, cada día, una actividad, excursión u oferta cultural se presenta como buena opción para invertir el tiempo libre y, mientras nuestras mentes se cultivan, nuestros cuerpos toman un color tostado y las chicharras envuelven los sonidos del ambiente.
Al igual que el calor del hogar y el chocolate caliente protagonizan los meses invernales; en los estivales los actores principales son las aguas frescas de mares, ríos y piscinas, así como las bebidas en las que el hielo –del que se huye en los meses previos- resbala por los refrescos que nos ayudan a hacer más pasajeros los rayos de sol que con tanto ímpetu caen sobre nosotros.
Y con junio ya finalizado y la clausura del curso escolar, se inaugura oficialmente el verano en la Zona, y con él lo hace también la temporada en los centros acuáticos –naturales y privados- que se convierten en los núcleos de ocio por excelencia y en los que, si se echa un vistazo rápido al entorno, se puede observar la variedad de edades que llenan estos espacios, todas ellas con un mismo objetivo: encontrar aquí un lugar de recreo que refresque las horas más calurosas del día.
De entre estos emplazamientos, y más en un territorio en el que el mar de pinares solo se ve quebrado por las pequeñas poblaciones y los ríos y embalses que las guardan, el curso de las aguas fluviales y sus playas son uno de los destinos favoritos para pasar una jornada. Con el chapoteo del río como banda sonora, las hormigas haciéndote cosquillas en los pies cuando los entierras en la arena, y al abrigo de álamos y chopos que mecen sus hojas al son del pequeño hilo de viento que baila entre ellas, los bañistas pueden disfrutar de la tranquilidad de estas localizaciones que tantas generaciones han visto pasar por sus caudales.
La paz de las aguas
Si tomamos la frase que el actor y novelista, Fernando Fernán Gómez, le dio por nombre a una de sus novelas, podemos decir sin reparos que ‘las bicicletas son para el verano’. Y es que a estas fortalezas arboladas de recreo acuático es típico, y más cuando tu municipio está próximo, ir pedaleando en esos vehículos de dos ruedas que tanta libertad les dan a los niños en las pequeñas localidad. Y es que ¿quién no ha ido alguna vez en bici a bañarse en cualquiera de los arroyos que nos rodean?
Con la mochila bien cargada de viandas, tales como un bocata, refrescos, un par de piezas de fruta y alguna que otra bolsa de chucherías, niños y no tan niños se preparan para pasar un día en la naturaleza, y montados en sus bicicletas ponen rumbo a cualquier espacio en el que el río domine la escena. Un ejemplo de ello lo tenemos en la localidad de Hornillos de Eresma que, como el propio nombre del pueblo indica, es este río el que bautiza las aguas que abrazan la villa.
Mientras te adentras entre la densa arbolada de pinos que desemboca en la pequeña ribera, la paz se respira y los sonidos de la naturaleza se hacen aún más intensos, alcanzando su punto más alto cuando llegamos a la playa de Valdigüete. Este margen, que se alza como un vergel en medio de un pinar, está custodiado por un guardián empedrado al que los hornillejos han denominado ‘Puente Viejo’, ya que las piedras que componen su ojo han visto tantos inviernos que las estrías que se han ido formando en los laterales parecen arrugas que marcan el paso del tiempo. Y, bajo la atenta mirada de este centinela y el ulular del ramaje marcando el ritmo del viento, los veraneantes pueden pasar un día relajado disfrutando de la naturaleza y de la compañía.
Además, algo que caracteriza la época estival y a estos espacios acuáticos es que, de alguna manera, los naipes pasan a ser el entretenimiento de moda, y diferentes juegos salen a relucir cada verano, de entre los que destacan aquellos que acaban con el perdedor calado hasta los huesos. Del mismo modo, para aquellos con el sentido aventurero más desarrollado, la caída de la tarde les ofrece la oportunidad de caminar en contra de la corriente en busca de uno de los manjares que estas aguas entrañan; los cangrejos. Y con una red y un cubo como herramientas, los pescadores se lanzan a la caza con el fin de hacerse con la cena del día siguiente.
Pero estos remansos no son los únicos enclaves en los que pasar una jornada tranquila pues, de entre las opciones que la estación nos propone, los embalses también son una alternativa acertada, y en este caso la excursión que proponemos es al de Becerril, en Tornadizos de Ávila. Sin embargo, este no es un trayecto tan fácil como el anterior, y aquí la bicicleta ya no es una opción, puesto que para llegar a esta localización es necesario un coche y la ayuda de una persona de la zona, ya que hay que atravesar fincas particulares con candados en la puerta.
Esta balsa, que recibe el agua del Canal del Río Mayor, es uno de los principales abastecedores de agua de Ávila, junto con los embalses de Serones y Fuentes Claras, y cuando te vas acercando a él, justo antes de llegar, la imagen que se muestra es casi idílica, pues ante los ojos de los excursionistas aparece una hermosa cascada cuya caída asemeja el movimiento de las crines de un caballo que corre contra el viento. Y una vez en el embalse es momento de tomar un respiro y algo de energía, y un almuerzo improvisado entre todos los viajeros dará la suficiente fuerza para tomar el camino de regreso.
Pero en el viaje a través del verano no todo van a ser aguas fluviales, y para aquellos que quieran encontrar en el agua un método de relajación y tratamientos que les ayuden a deshacerse del estrés o de cualquier tipo de imperfección, su destino vacacional está en Olmedo, más concretamente en el balneario ‘Castilla Termal’.
Caliente o fría, a presión o en circuitos termales, este líquido cuenta con diferentes aplicaciones mineromedicinales que, en las manos de los profesionales que componen la plantilla del balneario, le otorgan una nueva vida a la mente y al cuerpo cuando en ellas te sumerges. Y si el plan es relajarse haciendo un par de largos, su piscina exterior es la alternativa perfecta.
Los tratamientos con agua no son sólo la especialidad de este centro de relajación, ya que su carta de productos cuenta con una amplia variedad de masajes que van desde los terapéuticos hasta los estéticos, pasando por los relajantes y por las terapias más novedosas traídas de diferentes partes de la geografía mundial. Asimismo, el balneario venera el cuerpo como un templo que hay que respetar y cuidar, y por ello también posee una serie de procedimientos en los que, mediante elementos naturales –como el fango, las algas, el té verde, el vino o el chocolate- tratan de recomponer sus células y revitalizarlo.
Este emplazamiento, que se levanta sobre las ruinas del Convento Mudéjar de Sancti Spiritus, el más antiguo de los siete conventos de Olmedo y el único situado extramuros de la villa, es también el lugar ideal para disfrutar de una tranquila comida en sus salones o jardines, tomar un café en un espacio singular o disfrutar de alguna de las veladas nocturnas que organizan en estas fechas.
Cultura inquieta
Además del baño y el recreo, esta estación abre la posibilidad de visitar los municipios de la comarca con el objetivo de conocer un poco más a las poblaciones vecinas; y una buena forma de entender la historia de estas localidades es a través de las visitas teatralizadas que ofrecen y que tienen como objetivo poner de relieve los hechos históricos más importantes que han acontecido en ellas y gracias a los cuales se las sitúa en el mapa.
Un ejemplo de los municipios que promueven la cultura y su acervo a través de este recurso turístico son Medina del Campo y Tordesillas, cuyas calles y adoquines entrañan tanta historia que se estremecen cada vez que un nuevo año pasa y graban en los surcos de sus minerales los eventos y acontecimientos que en el futuro contarán las crónicas de las villas.
En el caso de Tordesillas la historia se ha quedado impregnada en todas sus esquinas, y cada verano muestran a vecinos y visitantes un pedacito de los acontecimientos que en ella han tenido lugar o que han supuesto un hito importante para la historia, como la firma del Tratado de Tordesillas, los años que la Reina Juana vivió en la localidad e incluso el paso de Napoleón durante la Guerra de Independencia Española, entre otras. Este año, ‘El Gran Viaje’ –representación a cargo de Teatro del Azar- llevará a los visitantes a través de la primera vuelta al mundo que realizaron Magallanes y Elcano, pero también presentarán al público a los personajes más relevantes que han realizado esta hazaña en diferentes épocas.
Por otro lado, Medina ofrece la posibilidad de montarse en el Anacronópete y regresar al año 1522 a través de su visita ‘Un alto en el camino’ donde, mientras la villa se recupera del incendio que la asoló durante la Guerra de las Comunidades, un grupo de comerciantes ‘extranjeros’ –encarnados por los propios turistas- llegarán a la fortaleza de La Mota y visitarán, junto a Rodrigo de Lerma, ayudante del administrador del castillo, y Beatriz Almazara, hija del administrador y dama de cámara, los pasillos y la torre del Castillo al tiempo que escuchan, de la mano de estos dos personajes, la historia pasada del edificio más importante del municipio. En esta edición de las visitas teatralizadas a la torre, los pases tendrán lugar en julio –los días 2, 3, 16, 17, 30 y 31- y en agosto -6, 7, 13, 14, 20 y 21-, para los que será necesaria inscripción previa.
Además de revivirla, en nuestra Zona también es posible palpar la historia a través de los edificios que tantos siglos han visto pasar, como por ejemplo el Castillo de Arévalo, una construcción del siglo XV que ha tenido tantos cometidos que los hechos acaecidos bajo sus muros se pierden entre los ladrillos de sus cimientos. En la actualidad, la fortaleza contiene la exposición permanente ‘Castillo y silo. Un lugar único en el mundo’, con la que el público puede hacer un viaje a través de los siglos y de las ocupaciones por las que este fortín ha pasado.
Y como él, el Museo de las Villas Romanas y la Villa Romana de Almenara-Puras resulta también una expedición, pero esta vez algo más lejos, a la época en la que los César gobernaban gran parte del mundo y nuestra tierra estaba marcada como Hispania en los mapas. Este centro turístico, el primero en España de este tipo, está distribuido en dos partes; el museo y la villa romana, y tiene como objetivo la recuperación de los restos arqueológicos de lo que un día fue una casa romana y divulgar los conocimientos que de ella se extraen.
Con un primer acercamiento a esta cultura a través de los paneles explicativos, las reproducciones y piezas originales procedentes de la excavación, se sitúa al visitante en el contexto histórico de las villas romanas, para luego adentrarse en un periplo que les llevará a conocer los restos de una auténtica casa y, mediante una pasarela, se comienza el viaje temporal que lleva a los curiosos aventureros por las diferentes estancias que durante los siglos IV y V articularon una de las viviendas señoriales más lujosas del entorno.
Los vestigios de la villa no son sólo el DeLorean que transporta a los primeros siglos de nuestro tiempo, sino que junto a ella, un parque infantil tematizado complementa el aprendizaje de los más pequeños a través de elementos como un peristilo, un acueducto o un templo en ruinas. Pero, sin duda, la parte más llamativa de este centro es la casa romana; una recreación de la propia vivienda que en ocho espacios replica fielmente la realidad de estos siglos y traslada a los turistas a una época en la que, quien más y quien menos, hubiera querido vivir.
Como complemento, durante los meses de verano se llevan a cabo una serie de actividades tales como visitas teatralizadas, observaciones de estrellas, degustaciones o encuentros en la casa romana. Una oferta que se confeccionan para sorprender al visitante y varían en cada edición, haciendo de este enclave un lugar perfecto para el aprendizaje, el descubrimiento y la aventura a través del viaje en el tiempo.
Flores de verano
Mientras vamos de una localidad a otra, con el calor pisándonos los talones y el aire acondicionado del coche aliviando las sofocantes temperaturas, las vistas a nuestro paso no pueden ser mejores, y es que algo que caracteriza a nuestra Zona es la variedad de paisajes que la componen.
Por un lado, los viñedos se extienden teñidos ya de verde y rodeando cada una de las localidades de los que son motores económicos, mientras los campos de trigo ofrecen el contraste hondeando sus espigas amarillo pajizo al tiempo que se convierten en el espejo de los rayos del sol. Del mismo modo, los pinares se alzan altivos, y con sus imponentes copas intentando alcanzar el cielo, completan la diversidad paisajística de nuestra comarca.
Y entre campos, sarmientos y pinedas, si nos fijamos con detalle, quizá haya unas flores que llamen nuestra atención. No hablo de las margaritas, que tantos amores y desamores han marcado sus pétalos; tampoco de las adelfas, cuyo amarillo limón colorea los márgenes de las carreteras; hablo de las amapolas, pero no de las de color carmesí que contrastan con los trigales rompiendo con la monocromía del sembrado, sino de aquellas que casi pasan desapercibidas al ojo humano; las adormideras o amapolas blancas.
Estas pequeñas flores, que a simple vista parecen inofensivas y una variante de las rojizas comunes, producen los compuestos que dan lugar al opio y que, durante generaciones, han sido utilizadas por los hombres en cuestiones médicas para la creación de sustancias tales como la morfina y la codeína.
Y es que la naturaleza es caprichosa, y en medio de la monotonía de los verdes y amarillos, ofrece variantes como esta que rompen los esquemas y que desconciertan a los acalorados viajeros mientras recorren los caminos de asfalto que conectan nuestros municipios.
Deporte y aventuras
En esta época del año los pabellones pasan a un segundo plano, y las actividades al aire libre llenan de gritos y alboroto las pistas, parques y zonas recreativas en las que deportes más frescos como el golf o la pesca dejan a un lado las típicas prácticas de invierno para dar paso a ejercicios diferentes que todo el mundo puede probar.
Y justo a siete kilómetros de Olmedo, en la pequeña localidad de Bocigas, las antiguas eras que antaño albergaron tantos cultivos que hasta la tierra ha perdido la cuenta de sus cosechas, se han convertido en un singular campo de golf ubicado tan cerca del municipio que hasta este parece parte del ornamento que lo decora.
Este ambicioso proyecto surgió en los años noventa por iniciativa de los vecinos que querían crear una actividad deportiva que los entretuviese y que, al mismo tiempo, concediera una segunda vida a los campos que estaban en desuso. Y con empeño y dedicación concibieron este espacio rodeado de naturaleza, con vistas a una localidad que guarda un encanto especial al más puro estilo castellano y que une todos los ingredientes para dar lugar al plato principal de una jornada estival deportiva.
Compuesto por 18 hoyos, el crotoreo de las cigüeñas –que desde lo alto del campanario de la iglesia juzgan el juego- marca los golpes de los golfistas expertos y aficionados que cortan el viento con sus movimientos y que, con impactos certeros, salvan el pequeño lago y el arroyo que rodean el campo para acertar en los banderines que señalan las metas. Un desafío para los jugadores que, hasta el momento, no han logrado hacer el par –número ideal de golpes que un jugador tiene que dar hasta introducir la bola en el hoyo- del campo.
De hecho, durante todo el año, el club de golf organiza torneos en los que pueden participar tanto golfistas expertos como amateur; y este verano el Torneo del Lomo el 10 de julio, el de La Cerveza el 31 de julio y el del Queso el 21 de agosto, llenarán de jugadores y aficionados a este deporte el pequeño pueblo de Bocigas.
Asimismo, tras una jornada paseando por este amplio espacio y disfrutando del entorno que lo rodea, los socios del club o los visitantes pueden recuperar energía en el mesón o descansar en el albergue o la casa rural antes de continuar con sus aventuras veraniegas.
Y de una práctica con palo nos vamos a una con caña. Ubicados en la localidad de Castronuño, el Escenario Deportivo y Social de Pesca compone otro de los enclaves para realizar una de las actividades que las altas temperaturas más favorece; la pesca.
Con el municipio como fiel observador de esta práctica en lo alto de su atalaya, más de sesenta puestos de madera se extienden por el margen derecho del río Duero. Unas localizaciones que cada verano se llenan de pescadores, -no sólo en las competiciones que se organizan en este enclave-, sino durante toda la estación, cuando los simpatizantes de este deporte se acercan hasta la villa en busca de tranquilidad y tensión a partes iguales, ya que el rumor del agua relaja sus sentidos mientras sus presas toman los cebos y comienza la lucha.
Siempre bajo la norma de ‘captura y suelta’, con el fin de cumplir el compromiso entre la práctica deportiva y el respeto al medio ambiente, los pescadores podrán batirse en duelo con especies como carpas royales, carpas comunes, barbos, carpines y cachos.
Y si de día este enclave tiene encanto, de noche guarda un secreto que los castronuñeros desvelan a los caminantes cada año mientras recorren, a la luz de la luna, el Sendero de los Pescadores o, como ellos lo conocen, de ‘Los hombres Chopo’.
Linternas en mano y con el halo de misterio que la noche y lo que en este recorrido ocurrió hace cuarenta años les ofrece, cientos de personas se adentran entre almendros, pinos y chopos, con el rumor del agua y los sonidos del campo como fieles acompañantes, en busca de una aventura estival de la que solo las estrellas serán testigos. Pues cuenta la cultura popular de la localidad que en este camino tuvo lugar el primer avistamiento de Slender Man en España, a quien los vecinos bautizaron como ‘hombre chopo’.
En esta edición de la odisea hacia lo sobrenatural, la cita se ha concretado para el viernes 22 de julio a las 20.30 horas, momento en el que los andarines más valientes arrancarán este recorrido desde la Casa del Parque y pondrán rumbo a lo desconocido a lo largo de los diez kilómetros de los que consta esta senda. Y para aquellos que no quieren tentar a la suerte en este camino, pueden disfrutar de las vistas nocturnas desde el mirador, vigilando por si el hombre chopo reaparece o, simplemente, maravillándose al ver la extensa culebrilla de luces que serpentea entre los árboles al paso de los aventureros.
Sabiduría popular
Sin embargo, las experiencias sobrenaturales no son para todos los gustos, por ello, Castronuño ofrece también actividades para todos los públicos y con un objetivo tan puro como es la conservación de las canciones tradicionales que han pasado de generación en generación y que, en la actualidad, se están perdiendo.
Con esta meta, hace casi diez años pusieron en marcha una iniciativa con la que recuperar aquellas canciones típicas que han visto crecer a nuestros abuelos y abuelas, y tras hacer una recopilación en papel de más de cuarenta cantares, una de las noches de verano los vecinos de la localidad se reúnen en la plaza del pueblo, silla de camping en mano, con el fin de cantarle al verano y a las nuevas generaciones aquellas tonadillas. Además, la limonada y las pastas son invitados de honor a esta velada que los castronuñeros describen como «una noche muy especial».
Y es que tres meses dan para tanto que los planes son infinitos, y las fiestas de los pueblos no son los únicos eventos que marcan esta época del año. El tiempo en esta estación es tan largo como nosotros queramos hacerlo, y tantas las actividades que incluso un único verano se queda corto para poder llevarlas todas a cabo. Así que coge un calendario, marca tu ruta o simplemente improvisa, y disfruta de estos meses de descanso y de libertad que todos nos hemos ganado.