La tradición matancera llena Valdestillas
Talleres artesanales y el propio estazado del cerdo protagonizan esta fiesta que tiene lugar el tercer domingo de noviembre, recordando las primeras matanzas que se realizaban en épocas pasadas
Del pasado al presente. En un viaje a caballo entre la evocación del acervo de un pueblo y la transmisión de conocimiento a las nuevas generaciones, Valdestillas convierte un año más su plaza mayor en el escenario de la tradición más arraigada en los pueblos de la zona; una costumbre que llenaba los hogares de vida durante unas semanas y las despensas de comida durante un año; la matanza.
El municipio celebra ya la sexta edición de la Fiesta de la Matanza, una cita que tiene lugar el tercer fin de semana de noviembre –este año el día 20- y cuyo objetivo es traer al presente las antiguas prácticas que se llevaban a cabo con los primeros aires invernales, para que los más pequeños las conozcan y los más longevos rememoren sus vivencias de juventud. Una jornada festiva que, de manera diferente, pretende actuar de monumento viviente en el que el cerdo y la tradición que lo rodea son los protagonistas.
Talleres artesanales y demostraciones actúan de escaparate del folclore castellano en una programación variada que, con diversas actividades, representa una parte muy importante de la historia de nuestros pueblos.
Cultura y gastronomía
A las diez y media de la mañana la plaza de la Constitución se llenará del calor y del olor del café recién hecho, pero también del aroma de las tortas de chicharrón que las panaderías de la localidad elaboran para la ocasión, abriendo el apetito de los primeros curiosos que quieren comenzar la jornada de matanza al estilo tradicional.
Un poco más tarde, cuando los somnolientos ya se han espabilado, los puestos de alfarería y cuero correrán sus cortinas y darán comienzo a las demostraciones de estas labores artesanales y a los pequeños talleres en los que poder probar de primera mano las dificultades que dichos trabajos entrañan. Como novedad, a los ya asiduos se suma en esta edición un nuevo taller demostrativo de archiperrería, una ocupación muy peculiar que consiste en elaborar instrumentos musicales con huesos, cañas, morteros rotos…; objetos que en las manos de los mortales parecen basura pero que en las del archiperrero son sinónimo de creatividad melódica.
Este personaje, encarnado por Santiago Manzano, no sólo traerá la novedad a la cita, sino que además será nombrado Matancero de Honor por la singularidad de su trabajo, deleitando a los vecinos con el fraseo de su retórica.
Y entre talleres y demostraciones, el matanchín Ramón García hará su aparición ante la concurrencia para llevar a cabo el destazado del cerdo mientras explica, paso a paso y con una pasión inherente de quien disfruta de lo que hace, cómo se llevaba a cabo la matanza. Y mientras el calor de la hoguera quema la piel del gorrino, las brasas humeantes de las parrillas llenarán el ágora principal del olor de la panceta y los chorizos que servirán de almuerzo a todos los presentes.
En tierra de vino este tentempié no se puede pasar con otra cosa que no sea el jugo de la vid, y tras saciar el hambre, una cata tomará el relevo en el escenario para dirigir a los espectadores en la degustación de varios vinos del municipio.
El evento, que en cada edición reúne a alrededor de 2.000 personas, según explican el alcalde de la localidad, Alberto Sanz, y el técnico cultural, Juan Carlos Rebollo, también acogerá el ya tradicional concierto de folk y el concurso de porrón, en el que los más atrevidos se batirán en duelo para ver quien es capaz de beber, durante más tiempo, de este característico artefacto. Una práctica que requiere de técnica y aguante y que pone a prueba las habilidades de los valientes que se atrevan a participar.
Sanz y Rebollo invitan a los vecinos de los municipios cercanos a disfrutar de esta jornada dominical que recuerda que ‘A cada cerdo le llega su San Martín’, un refrán que representaba una gran fiesta a nivel familiar y local hace varias décadas y que hoy supone en Valdestillas una forma de acercar esas tradiciones a quien, por edad, las desconocen o las añoran.
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