«Hacer firmes con materiales reciclados evita la sobreexplotación de la tierra»
La Planta de Gestión de Residuos de Construcción propiedad de Construcciones Viñas clasifica y muele los escombros derivados de los derribos y obras para luego reutilizarlos, apostando así por la sostenibilidad en este sector
Desde que en la Segunda Guerra Mundial se comenzaran a utilizar los restos de los edificios destruidos a consecuencia de la contienda para hacer carreteras, esa práctica se extendió por el resto del mundo, eliminando las antiguas escombreras –que hasta entonces los enterraban- y mejorando así el impacto medioambiental que estos provocaban. De este modo, se fueron creando diferentes negocios que se dedican a eliminar esos desechos y, en la zona, ese trabajo lo lleva a cabo, desde hace cinco años, la Planta de Gestión de Residuos de Construcción y Demolición dependiente de la empresa familiar Construcciones Viñas.
Bajo la gerencia de Jesús y Elena Viñas, y ubicada en la carretera de Pozal de Gallinas, la factoría nació con el objetivo de administrar lo que ellos mismos producían y autoabastecerse, evitando así el traslado a otra planta y la compra de nuevos firmes. Pero como cuentan, cuando se crea este tipo de industria se debe ofrecer el servicio, así que también reciben y manipulan dichos elementos de las obras que se encuentran en el entorno y, junto a los suyos, los transforman en nuevos materiales para hacer firmes.
¿Qué tipo de residuos son los que os encargáis de gestionar?
Recibimos hormigones, ladrillos, tejas y materiales cerámicos, asfaltos y mezclas, organizándolos por tipología según marca la legislación actual.
Sin embargo, en ocasiones, cuando nos traen camiones de demoliciones, viene todo mezclado y hay un porcentaje de impropios o restos malos como pladur, yeso, plásticos y maderas, pero también partes de uralita, sprays de topografía y botes de silicona, entre otros, que nosotros no podemos clasificar.
¿Y qué hacéis con aquello que no podéis tratar?
Lo primero es retirarlo, así que, de manera manual, quitamos las partes más grandes. En el caso de los metales pasamos un separador magnético y los depositamos en unos contenedores que se llevan –cada seis meses- a otras plantas que sí tienen el permiso para manipularlos.
El pladur y el yeso lo amontonamos en una solera de hormigón para evitar filtraciones de lixiviados, ya que es contaminante para la tierra, y al igual que los metales se llevan en bañeras a otras empresas. Y lo mismo ocurre con los plásticos y maderas. Nosotros sólo nos quedamos con lo pétreo e inerte.
Manipuláis una gran cantidad de restos, ¿qué capacidad tiene la planta?
Tenemos una capacidad de hasta 10.000 toneladas, pero muchas veces no damos abasto, así que hemos solicitado la ampliación hasta las 100.000.
¿Cómo se lleva a cabo el proceso de gestión?
Primero basculamos y vemos si lo que hemos recibido viene limpio o no, y en función de eso tasamos. Después lo esparcimos y quitamos impropios. El hormigón lo metemos en una precribadora que lo separa de la arena –que luego regalamos a los agricultores para mejorar las fincas- y nos lo devuelve limpio, pasamos la máquina con el imán por si queda algo de metal y ya entonces lo introducimos en la machacadora, que lo saca en fracciones de diferentes tamaños para luego apilarlo en varios montones.
Y con la cerámica y los ladrillos el procedimiento es muy similar. Se quita la arena en la cribadora, se mete en el molino que lo muele y en un soplante que con el aire elimina los plásticos y astillas que pueda haber en la mezcla. Aquí siempre suele quedar algún fragmento indeseado, así que una vez molido pasa por una cabina de triaje en la que hay cuatro operarios que lo sacan a mano y lo echan en unas bolsas para su posterior traslado.
«Siempre se han hecho carreteras con escombros, pero ahora están limpios y se asegura la calidad del suelo y el respeto al medio ambiente»
Y una vez machado y clasificado ¿qué se puede hacer con ello?
Lo que se obtiene es como la zahorra, así que principalmente para firmes de carreteras y caminos. En función del tamaño que tenga se va a usar para capas inferiores, si es más grande, y superiores cuando es más refinado.
¿Podría decirse que el futuro de las carreteras se encuentra en los firmes reciclados?
Sí. Los pavimentos hechos con materiales reciclados son de muy buena calidad y trabajar con ellos es más fácil que con los naturales, por lo menos en Valladolid, ya que las zahorras naturales, si llueve, nos obligan a dejar de trabajar porque se convierten en barro, cosa que no ocurre con lo que transformamos en la planta. Y de esta manera tampoco se sobreexplota la tierra para conseguir los áridos. Hay que señalar que siempre se han hecho carreteras y caminos con escombros, pero antes se metían de cualquier tamaño, y ahora es limpio, sin impropios que puedan tener sustancias contaminantes. Al hacer esa depuración lo que se obtiene es mucho más homogéneo y se consigue un suelo de calidad al tiempo que contribuyes con el medio ambiente.
¿Qué proyectos o qué novedades pueden llevarse a cabo en cuestión de gestión de estos residuos?
Por ejemplo, cuando se empiecen a tirar las casas de los años ochenta, en las que las cámaras se proyectaban con grandes capas de poliuretano, va a ser complicado separar dichos elementos, así que ya estamos mirando una máquina que, bien con agua o por aspiración de aire, divida esos componentes, porque va a llegar un momento que será inviable hacerlo a mano.
Así que se podría decir que el principal proyecto es seguir modernizándonos y adaptándonos a los nuevos materiales.
¿Ofrecéis algún otro servicio?
Alquilamos contenedores de obras para verter los escombros y también los recogemos –sean o no nuestros- para después llevarlos a la planta. Además de las propias obras de construcción y derribo.