Crónica de… El Hada Madrina de las bodas
Con una felicidad que se le contagia de cada enlace como núcleo de sus poderes, Marta del Sol es la encargada de organizar las bodas de Finca Villa Gloria, un trabajo para el que tiene un don especial, y junto con la magia particular que irradia cada pareja hace de estos eventos celebraciones de cuento
Ni el ‘Salacadula’, ni el ‘Chalchicomula’, ni si quiera el ‘Bibidi-Bábidi-Bu’ son las fórmulas mágicas de Marta del Sol, una organizadora de bodas que bien podría asemejarse a la tan conocida Hada Madrina. Pero esta medinense de 23 años no necesita de hechizos para hacer magia en cada enlace, pues su creatividad e imaginación son suficientes para que cada evento sea único y especial.
Para Marta, la felicidad de estas celebraciones es algo contagioso; una inyección que cada sábado le hace alegrarse de su propia suerte y le otorga los ‘poderes’ con los que cumple los deseos de los enamorados que acuden a ella en busca de consejo. Y es que incluso para ella este trabajo le llegó como si su hada particular le hubiese concedido un deseo.
Mientras estudiaba el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas, una oferta de azafata de imagen y ayudante de wedding planner en Finca Villa Gloria apareció ante sus ojos como caída del cielo. Sin dudarlo se apuntó, y no tardaron en llamarla para hacer una entrevista. «Empecé ese mismo verano y estuve en el guardarropa y ayudando a la que entonces era la organizadora de bodas», cuenta, y añade que «mientras estudiaba, ya tenía muy claro que lo que me gustaba era la organización de eventos, pero es que las bodas tienen algo que te engancha».
Tras ese verano volvió a recibir una llamada de Rubén, el dueño de la Finca, ofertándole el puesto de wedding planner que había quedado libre. «Entonces no tenía muy claro qué tenía que hacer, porque nunca había organizado una boda, pero el observar y ayudar a mi compañera cuando estuve en el ropero, las ganas de trabajar y la confianza que habían depositado en mí me hicieron echarle ganas y no rendirme», revela.
La magia
Marta explica que Finca Villa Gloria es, por sí sólo, una invitación a la creatividad, ya que el espacio que la envuelve a la hora de trabajar es propicio para dar lugar a la magia que hace de estos eventos unas celebraciones de cuento.
El camino que dirige a la zona de cóctel es como un sendero hacia un bosque encantado, «y dependiendo de los novios lo pueden decorar con alfombras o dejarlo al natural»; una vez en los jardines, Del Sol afirma que aquí su imaginación vuela, y los sueños que los novios tienen pueden convertirse en realidad con las posibilidades que este espacio ofrece. Junto a él, una pequeña arboleda precede a un sendero escondido que novios e invitados adoran, «ya sea por su intimidad o por su encanto», y que desemboca en un lago que se ilumina con los faroles que lo rodean mientras la fuente que se encuentra en el centro de este estanque cae sonora, ocultando los secretos que tras ellas se susurran los amantes más fugaces. «Es un lugar perfecto para hacerse fotos y que muchas parejas escogen para sus sesiones», matiza, y señala que junto a la laguna se suele ubicar la pista de baile, iluminada por lamparitas suspendidas en el aire que vibran con las risas de los invitados que danzan al son de los ritmos más insospechados.
Pero antes de llegar a este punto, el Hada Madrina de las bodas comienza con la primera toma de contacto con los futuros esposos. «Es importante que sepan que estoy aquí para ellos, para solucionar sus dudas, aconsejarlos y ayudarlos en todo lo que pueda», afirma. Para eso, lo primero que les plantea es que le cuenten qué ideas tienen y qué tipo de boda quieren hacer, «en este punto te encuentras de todo, porque hay personas que lo tienen claro desde el principio y es muy fácil trabajar con ellos, pero los retos vienen con aquellos que no saben qué quieren o que tienen tantas ideas que no saben simplificar». Marta sostiene que las ideas suelen venir de aplicaciones en las que las bodas son idílicas y todo es posible, «y cuando llegan aquí hay que bajarles de la nube y poner sobre la mesa aquello que es viable y lo que no».
«Las bodas las hacen especiales los novios y los invitados, no la música y la decoración»
Además de ser un ancla que devuelve a la realidad a los novios más soñadores, la joven también se encarga de todo el diseño de la papelería de la boda, y con una foto de las invitaciones armoniza los elementos de papel que forman parte de la celebración, como las minutas de los menús, el sitting, es decir, las tarjetas que marcan las mesas en las que se sienta cada uno de los invitados, así como la decoración central de cada mesa. Del mismo modo, pone a disposición de los enamorados los distintos espacios de la finca, al tiempo que les asesora sobre qué pueden hacer en cada uno de ellos; coloca y decora el Candy bar, el fotomatón y habla con los distintos expertos que van a intervenir durante la celebración: catering, florista, dj, fotógrafo… «aunque ellos siempre pueden traer a sus propios profesionales».
Lo que tiene claro esta wedding planner, y en eso coincide con su jefe, es que ni la decoración, ni la música, ni siquiera el espacio, hacen única una boda, sino que eso lo consiguen los novios, los invitados y sus ganas de disfrutar de un día tan especial.
Tradicional o temática
Lo primero que Marta pregunta a las parejas cuando se pone en contacto con ellas es que se planteen la incógnita de la doble ‘T’, es decir, si quieren una boda temática o tradicional. «Personalmente me gusta que sean temáticas, ya que no sólo me brindan más posibilidades creativas, sino que también me ayudan a entender mejor qué es lo que quieren transmitir los novios a sus invitados y enlazarlo todo así con la decoración», aclara, y apunta que la clave de toda boda, del tipo que sea, es hablar mucho y no dejar ninguna duda en el tintero. Del Sol afirma que su trabajo no se queda solo en la finca, y que «cuando es necesario» también ayudan en los preparativos de la iglesia.
Después de estos años como organizadora de bodas las tematizaciones con las que Del Sol ha tenido que lidiar han sido muy variopintas, desde temas sencillos como la cerveza hasta decoraciones de Harry Potter en las que hasta las minutas estaban personalizadas con elementos de la saga del joven mago. Esta organizadora de bodas cuida todos los detalles, y si los deseos de los novios entran dentro del nivel que alcanzan sus poderes de Hada Madrina no duda en concedérselo, con el fin de que este día sea inolvidable para ellos y quienes les acompañan.
Sin embargo, señala que en todo evento hay momentos tensos, sobre todo cuando la tradición y la innovación entran en conflicto y los padres de los novios quieren imponer su voluntad. «Suele ser por pequeños detalles como las flores o la distribución de las mesas, pero salvamos la situación como se puede».
Y con tanta celebración la wedding planner atesora anécdotas de cada boda que bien podrían escribirse en un libro, como la ocasión en la que los amigos del novio lanzaron a este a la piscina privada que se encuentra en la finca, o cuando el perro de una pareja fue el encargado de portar los anillos, entre otras. Recuerdos que se han grabado en su memoria y que le hacen sonreír cada vez que se le vienen a la mente, además de irle dando ideas para cuando llegue su gran día, del que, de momento, adelanta que «va a haber actividades para los invitados durante el banquete» y que seguro que tendrá algún tipo de temática.
Momentos con duende
En cuanto a las tendencias de cada año, Marta afirma que no existen. «Cada pareja es un mundo, y las distintas decoraciones y gustos hacen que el mismo lugar parezca diferente», y puntualiza que «en Villa Gloria todo es personal y exclusivo, sin modas».
Pero lo que sí que se repite en cada uno de los enlaces son los momentos con duende, esos que hacen que la organizadora no pueda evitar que se le salten las lágrimas. «Lloro en todas las bodas, no lo puedo evitar, pero mi momento favorito es después de la comida, cuando se reparten los regalos. Se crea una atmósfera muy personal, y si hay abuelos de por medio es más emotivo todavía».
Además, Del Sol tiene sus propios instantes preferidos, como cuando la novia entra en escena y todos se vuelven para mirarla, «yo soy de las que miran al novio para ver si llora, y no soy la única; lo hace más gente de la que pensamos», revela entre risas, y admite que también le gusta ver el tiempo que tardan las novias en cambiarse los zapatos, «porque yo soy de esas personas que no aguantaría toda la noche con ellos y me los cambiaría al acabar la ceremonia», así como las variantes que los novios hacen en el vals que abre el baile «cuando incluyen coreografías modernas».
En cuanto a los retos que ella misma se pone por delante son organizar eventos a gran escala como un festival de música, «las bodas me gustan mucho, pero creo que sería un desafío el tener que hablar con managers, diseñar las entradas, taquillaje, etc.», y confiesa que en el caso de las bodas no tiene un reto como tal, pero le encantaría preparar un enlace en otoño. «Los colores de esta estación son especiales por sí solos, y más para una ceremonia».
Mensajes especiales en los ramos, detalles con encanto y la sonrisa imborrable en la cara de los recién casados son algunos de los motivos que hacen a Marta adorar su trabajo; una ocupación para la que tiene un don y en la que, sin necesidad de una varita, sólo con su americana y su pinganillo, consigue hacer magia.