Supervivientes en las aulas
Los colegios de Rodilana, Gallinas y Pozaldez luchan cada día contra la despoblación en el entorno rural, que hace que sus colegios cada vez tengan menos vida
Después de las festividades navideñas comienza el nuevo trimestre, y con él continúa la batalla por mantenerse en pie. La despoblación en el entorno rural está a la orden del día, siendo Castilla y León la comunidad autónoma más afectada en este sentido y, sobre todo, los colegios de los municipios pequeños, que viven con la incertidumbre de cuánto tiempo más podrán continuar abiertos. Es el caso de las escuelas de Rodilana, Pozal de Gallinas y Pozaldez, cuyos directores luchan día a día para que sus alumnos no tengan que abandonar sus aulas hacia colegios más grandes.
De este trío escolar el CEIP San Juan Bautista de Rodilana es el más afectado, ya que en sus aulas, o más bien su aula, sólo cuenta con tres alumnos –dos niñas de sexto y una niña de segundo de primaria-. Su director, Luis Carlos Clemente, asegura que, aunque el mínimo para mantener un colegio abierto son cuatro escolares, con la excepcionalidad de la pandemia «para que no tuvieran que desplazarse mucho», se les dio permiso para seguir abiertos. «Además, la Asociación de Madres y Padres peleó mucho para no cerrar». Sin embargo, Clemente ve «muy difícil» que el año que viene puedan continuar, ya que sería «un milagro» que llegasen suficientes niños al pueblo y a la escuela para no tener que clausurar sus puertas.
Luis Carlos explica que él es interino, y que cuando solicitó la vacante de Rodilana «no sabía cuál era su situación ni que tendría que ser el director», pero asegura que, a pesar de encontrarse con «este panorama», está encantado con su puesto, ya que está «aprendiendo mucho» debido a que no se había encontrado nunca con esta tesitura. «Yo he estado mucho tiempo en Madrid y la realidad que hay allí es totalmente diferente a la que se vive aquí, y me está enriqueciendo mucho». Por su parte, manifiesta que desde el centro se hacen muchas actividades de visibilización para atraer a nuevos alumnos y para que «se vea» a la escuela. «Por ejemplo, en navidades decoramos la fachada y ponemos un Belén con luces; en Halloween nos disfrazamos y salimos por las calles del municipio». Todo ello con el propósito de hacer «atractivo» el colegio y que los niños vuelvan.
Uno de los proyectos punteros de este organismo es el de recuperación de variedades minoritarias, una iniciativa que comenzó entre 2002 y 2003, según apunta Enrique Barajas, investigador en viticultura, y que inició su andadura con una prospección por las diferentes zonas vitivinícolas de Castilla y León, con el objetivo de buscar aquellas cepas de las que se desconocía su origen.
La situación en el CEIP San Miguel de Pozal de Gallinas y en el CEIP Pozaldez es un poco distinta a la que vive Rodilana, ya que, aunque también tienen que unificar varios cursos en una misma aula, cuentan con 30 y 38 alumnos, respectivamente. La directora del CEIP Pozaldez, Laura Román, lleva cinco años en el cargo y explica que «en su caso», tienen cuatro clases –una con todos los niños de infantil; otra para primero y segundo de primaria; una con tercero y cuarto y otra para quinto y sexto-, y por consiguiente cuatro tutores para cada una de ellas. Mientras, Mª Carmen Muñoz, directora del CEIP San Miguel y la más experimentada de los tres -16 años en el cargo-, afirma que en su escuela se forma una clase por cada tres cursos, siendo tres el total de aulas y de tutores.
Además, en los tres casos la previsión de nuevos alumnos para los próximos cursos es mínima, de tan solo uno o dos niños por colegio, lo que merma las posibilidades de resistencia de cara al futuro.
Triple alianza escolar
En cuanto a la organización de las asignaturas, son los tutores los que se encargan de impartir las materias troncales, mientras que los profesores de inglés, educación física, religión y apoyo son compartidos entre los tres centros. Una organización sencilla a simple vista pero que, cuando alguno de los maestros se pone enfermo, «hay que hacer malabares para dar las clases», según desvela el trío de directores.
Clemente, Román y Muñoz coinciden en que el sistema de enseñanza con varios cursos en una misma clase «es más beneficioso de lo que parece». «Los más pequeños empiezan a escuchar cosas de los cursos superiores, y a los mayores les sirve de repaso de lo que ya saben, e incluso muchas veces hacen de profesores para sus compañeros», comenta Muñoz. Sobre esto, Román señala que «quizá» lo más complicado es la organización, puesto que hay que «adaptar muy bien las clases e individualizar mucho».
Respecto a la diferencia con el medio urbano, Clemente ve como una ventaja la educación tan centralizada, en el sentido de que se asemejan a las clases particulares y «eso le aporta calidad». «Particularizar tanto también te da la posibilidad de conocer mejor a los alumnos y que el trato sea más familiar, y eso en los colegios de las ciudades no es posible», matiza Mª Carmen.
Los tres directores están de acuerdo en que «cuando desaparece un colegio en un pueblo, con él también se va la vida y la alegría, e incluso empuja al municipio a la desaparición». Por ello, demandan una mayor implicación por parte de las instituciones de cara a fomentar el empleo en el entorno rural, con el fin último de que los padres no se acaben llevando a los niños fuera. Mientras, ellos seguirán luchando por la supervivencia en las aulas.