El sortilegio del Bosque Mágico de Soria
Gnomos, duendes y hadas, así como un sinfín de criaturas componen esta senda encantada que se ubica en la localidad de San Leonardo de Yagüe, un paraje en el que la imaginación de pequeños y mayores puede volar libre
Dicen que los bosques son la fuente de la magia en el mundo. Reinos en los que la madre naturaleza dota de poderes especiales a los seres que los habitan y a los gigantes enraizados que los custodian. También dicen que esa fuente se encuentra en la imaginación de los más pequeños y en las personas que nunca le dieron la espalda a su niño interior. Pero si se unen ambos elementos y la fantasía se funde con la realidad en un mismo espacio surgen lugares con un encanto único que hacen disfrutar y entrar en una especie de ensoñación a aquellos que los recorren, impregnándolos de la magia que allí se halla. Es el caso del Bosque Mágico de San Leonardo de Yagüe, en Soria, pues se trata de una puerta hacia un mundo de cuento que lanza un sortilegio a todos sus visitantes para que, con la mente y los ojos abiertos, puedan observar y ser testigos de algunas de las criaturas más singulares de las masas boscosas.
Envueltos en una atmósfera bucólica propia de las historias fantásticas de los libros, gnomos, duendes y hadas pueblan los huecos de los árboles de esta zona conocida como Fuente del Pino. Escondidos algunos y otros a simple vista, sus pequeñas casas y construcciones se erigen entre tocones, raíces y cortezas, conviviendo en perfecta armonía con los animales de la zona y con los humanos que, con curiosidad y ansias de sumergirse en un ambiente de fábula, recorren, libremente y sin coste, la senda que rodea este campamento idílico descubriendo los secretos que en él se esconden.
Pero esto no fue siempre así. Cuenta la leyenda, que una tarde de agosto de 2015, el gnomo Leonardo paseaba por el pinar, y tras ser sorprendido por una fuerte tormenta decidió refugiarse en el hueco de un árbol cerca de la fuente del Pino. Un humano que pasaba por allí le auxilió y ayudó a construir una casa. Al día siguiente fueron muchas personas a visitarlo, dejando a los pies de su morada pequeños regalos mientras él, acurrucado en sus pequeñas sábanas, los observaba. A Leonardo le cautivó la serenidad y la magia ancestral que se respiraba en este rincón, y decidió instalarse allí definitivamente.
Poco a poco, gnomos y hadas fueron estableciéndose en este recodo, otorgándole al bosque un espíritu encantado que se convirtió en un imán de criaturas fantásticas que hoy han creado un asentamiento muy singular. Eso sí, para verlos hay que esperar a que llegue la primavera, pues a estos seres no les gusta el frío, y algunos se marchan a sitios más calurosos y otros se encierran en sus guaridas para refugiarse de las brisas invernales durante los meses más crudos para volver cuando la vida del bosque despierta y la ‘prima’ engalana los senderos de color y atrae a los animalillos para que pongan la banda sonora al paraje.
Entonces, con los primeros rayos de luz primaveral estos individuos salen de su letargo o regresan a Fuente del Pino, e incluso en ocasiones, los meses de paz dan pie a que aparezcan nuevos sujetos y cabañas en los lugares más recónditos del espacio, ya sea en lo alto de un pino, en el interior de algún árbol o junto a sus raíces. Pero los nuevos personajes no son las únicas novedades que los visitantes pueden observar, sino que el tiempo en el que los humanos se alejan del bosque, los gnomos, duendes y hadas que se quedan a cuidar del entorno se encargan de construir puentes, escuelas, y elementos curiosos, por lo que cuando se pasea por su poblado hay que estar atento para no perder ni un solo detalle, y hasta es posible que tengas que volver en otra ocasión para poder dar cuenta de todos los seres que aquí habitan.
Hasta el momento, el censo de criaturas mágicas se cuenta por centenas, pero lo místico de este lugar hace que el número vaya creciendo, todas ellas con su nombre y su propia historia, esperando a ser descubiertos tras las minúsculas puertas y ventanas de las casitas o a simple vista observando a los visitantes desde el suelo o la copa de alguno de los árboles.
Existe también la opción de conocer los misterios que se ocultan en el bosque mediante una visita guiada que se ofrece en la oficina de turismo de San Leonardo y, si tienes suerte, a lo mejor puedes dar con el hada Albir, quien de vez en cuando hace de cuentacuentos y relata la historia del sitio con ese toque encantado que sólo un hada puede tener.
Por otro lado, algo muy curioso que tiene el Bosque Mágico es que cuenta con un buzón muy especial en el que se pueden echar las cartas dedicadas a sus habitantes y, si se deja la dirección, puede que recibas respuesta.
San Leonardo de Yagüe
Como no puede ser de otra manera, la visita a este singular bosque debe incluir un paseo por el pueblo que lo ha visto nacer y que cuenta con una serie de puntos de interés que completan la escapada.
Por ejemplo, se puede ver un vestigio del recinto amurallado que una vez circundó el municipio en la salida de Aranda; un puerta medieval que lleva el mismo nombre del pueblo al que dirige y que evoca la vida de antaño. Pero este no es el único recuerdo de una época pasada, pues las ruinas del castillo abaluartado coronan la localidad y recuerda cómo en el siglo XVI estos restos compusieron una importante fortaleza y palacio desde la que aún se puede admirar la panorámica del pueblo.
Además, los turistas también pueden admirar las construcciones posteriores, marca diferenciadora de la arquitectura, como son las casas de los Ferrones, edificadas a mediados del XVIII y principios del XIX y que son la memoria de cómo los ferrones provenientes del País Vasco llegaron a San Leonardo para trabajar el mineral de hierro; pero también las casas de las barriadas, premiadas con el Premio Nacional de Arquitectura y que ofrecen una vista colorida y preciosa con los balcones y portales llenos de flores.
Y es que la magia del bosque no es fruto de la generación espontánea, pues el hecho de estar junto a una localidad con tanto encanto, unido a la presencia de las criaturas fantásticas, son los elementos que conciben el sortilegio que lo caracteriza.