«Siempre se ha valorado mi valía como investigadora, independientemente de ser mujer»
Pionera en el campo de la eficiencia energética en edificación, Charo Heras ha dedicado 43 años de su vida a esta área, y desde su posición de investigadora emérita anima a los jóvenes a seguir sus sueños profesionales al tiempo que les enseña cómo aprovechar la energía solar
Con voz firme, una actitud de quien sabe perfectamente de lo que habla, y ese pequeño deje de quienes han sido profesores, María del Rosario Heras, más conocida como Charo Heras, resume en unos minutos su vida profesional. La zamorana ha estado más de cuarenta años dedicada a la investigación en eficiencia energética y energía solar, y su currículum alberga una gran lista de logros y aportaciones en esta área, así como las puertas que a lo largo de los años ha abierto a muchos científicos de la materia, ya que su pasión por el ámbito energético le ha llevado a convertirse en un precedente en este campo en muchos aspectos.
En un mundo en el que ver una mujer en un aula de ciencias resultaba un poco chocante, Charo Heras, junto con otras compañeras, horadaron el camino a muchas de las científicas españolas del momento. Y las ganas de crecer, investigar y aportar avances en la sociedad sobre energías renovables y la aplicación de las mismas en edificios se convirtieron en la pasión de Heras, sumergiéndola en un universo masculino en el que asegura que, desde el punto de vista técnico, «nunca» ha sentido diferencias entre sexos, sino que «siempre se ha valorado mi valía como investigadora, independientemente de ser mujer».
Con esa misma premisa, la científica ha sido profesora, la primera y única mujer presidenta de la Real Sociedad Española de Física, la primera representante española en la Unión Europea en cuestiones energéticas a través de CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) –donde además ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional-, y precursora de iniciativas y avances innovadores en cuestiones energéticas en edificación que han supuesto un paso adelante en este tema para el mundo; y en los 43 años en los que ha desarrollado estas labores también ha tenido a veinte personas –de diferentes campos- a su cargo, a las que, según afirma, «elegía por sus capacidades intelectuales con respecto a los proyectos que yo tenía entre manos, y no por el género», pues como bien dice, «cuando la inteligencia era la requerida para el trabajo que había que desempeñar, ser hombre o mujer no era importante».
Si bien la sociedad siempre pone la lupa sobre las mujeres que no están casadas o tienen familia y que sólo se dedican a crecer profesionalmente, a Charo esto nunca le ha preocupado, pues señala que, cuando eres mayor de edad, «eres tú quien decide sobre tu vida», y que «no hay que dejarse influenciar por la sociedad». Asegura que en las entrevistas que ha concedido a lo largo de su vida, «en todas», le han preguntado por la conciliación familiar y los hijos y, «en todas», ha respondido lo mismo; «yo no he tenido hijos y no me he casado porque lo he considerado así, sí que he tenido parejas y me he dedicado en cuerpo y alma a mi trabajo. Normalmente me dicen que si es que he renunciado, pero la respuesta es no, ya que, renunciar, en castellano, es una palabra muy negativa, y yo lo que he hecho ha sido elegir, que es positivo».
Y eso es lo que trata de inculcarles a los jóvenes a los que a día de hoy imparte clases magistrales y charlas –en institutos- a través del Movimiento STEM –con el que se promueve el estudio de carreras de ciencias, tecnología, matemáticas e ingeniería-; «ellos son totalmente capaces de escoger lo que les gusta, y eso es lo que les animo a hacer, a seguir sus sueños y estudiar lo que les apasiona, porque no hay nada más desagradable que trabajar en algo por obligación sin que te guste».
Pero esto no es sólo lo que Charo remarca en sus ponencias, pues además de ese pequeño empujón a seguir sus deseos, la investigadora explica aquello para lo que ha dedicado su vida: el ahorro energético en edificios a través de la fuente que nos nutre a diario de luz; el sol. Según explica, «el usuario de edificios debería ser suficientemente informado y formado sobre cómo puede ahorrar en su propia casa o edificio usando una energía primaria y gratuita como es la solar».
Según admite, en la actualidad «existe un gran desconocimiento, primero de lo que es la eficiencia energética, que no es otra cosa que utilizar la energía necesaria y no derrochar, y segundo, de cómo sacar partido a las energías renovables». Y es que Heras ha investigado sobre este tema durante cuatro décadas, ha estado en contacto con países de la Unión Europea con los que ha discutido acerca de la materia –especialmente en cuestión de viviendas y distintas construcciones-, y de todo ello ha concluido que «aunque se ha avanzado en el tema, la gente todavía no entiende que, a través de la biomasa, la geotermia, la aerotermia y, especialmente el sol, se puede reducir el consumo en un alto porcentaje y producir, no solo energía fotovoltaica, sino también térmica, algo que no se tiene en cuenta».
Puntualiza además que los edificios actuales están mal planteados, ya que «deberían hacerse pensando en el clima del lugar en el que están, la orientación… no teniendo en cuenta la instalación que se va a hacer después cuando el clima no me dé lo que yo quiero», y apostilla que a eso hay que sumar las tecnologías que van a permitir el ahorro.
Laureles profesionales
Todo por la ciencia, pero, sobre todo, por diseñar un mundo mejor con mayor aprovechamiento de los combustibles naturales. Con esta idea, Charo Heras ha dedicado su vida a buscar en los recursos que nos da el propio planeta, aquello que es necesario para subsanar algunas de las necesidades básicas del ser humano, como es el calor y la energía. Y esa dedicación y entrega se le ha visto reconocida mediante distintos galardones que prueban cómo la perseverancia y la pasión por tu trabajo se ven recompensados de alguna manera.
Entre estos reconocimientos se encuentran algunos como el ‘Premio Mujer top 100’ en la categoría de Académicas e Investigadoras, el ‘Premio al Compromiso Humano’, otorgado por la Agencia Ical, el ‘Premio Castilla y León de Protección del Medio Ambiente’ o el ‘Premio eWoman’ a la Trayectoria Profesional, pero, sin duda, el mayor laurel por su aportación profesional ha sido el último que ha obtenido cuando, paseando por la calle Padilla de Medina del Campo un lunes de Pascua, le llamó la vicepresidenta cuarta, Teresa Rivera, diciéndole que desde el Gobierno Central iban a crear, por primera vez en España, el Premio Nacional de Energía y que querían que llevara su nombre. Tras aceptar, el año pasado recibió el Premio Extraordinario de Energía e hizo entrega –a una empresa de Alicante- del Premio Nacional de Medio Ambiente y Energía Mª Rosario Heras. Sobre esta distinción, Charo admite que es «muy satisfactorio que le reconozcan a uno la labor por la que lleva trabajando toda la vida».
Descubriendo Medina
Citando a Leopoldo Alas, Clarín, Charo Heras se expresa diciendo «a mí me nacieron en Zamora», aunque su niñez la desarrolló en Rubí de Bracamonte y Medina del Campo, donde sus padres eran profesores, para después crecer profesionalmente en Madrid. Y fue en la Villa de las Ferias donde, gracias a la influencia de una de sus profesoras, decidió a los 13 años que quería estudiar Física.
Zamorana de cuna, medinense de corazón y madrileña por profesión, la científica e investigadora cuenta que desde que se ha jubilado está descubriendo el pueblo que la vio crecer. Admite que le gusta «mucho» visitar Medina y quedarse en la que fue la casa de sus padres, además, describe a la localidad como «una ciudad pequeña pero amigable y agradable». «Desde que no trabajo, en las temporadas que paso en el pueblo participo en las actividades que se desarrollan en él, ya sean literarias, musicales, teatrales», apunta, y añade que, gracias a todos los amigos que conserva, Medina es para ella sus «ratos de ocio, de tranquilidad, de vivir descansadamente».
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