La magia más allá de la zona; el Castillo Encantado de Trigueros del Valle
Dragones, goblins, fantasmas, criaturas mitológicas y espeluznantes, así como pasadizos y secretos bien guardados se encuentran tras los muros de esta fortaleza del siglo XV en la que niños y mayores podrán disfrutar mientras los descubren
Más allá de nuestra zona, donde el horizonte se pierde y la línea imaginaria que delimita la comarca se desdibuja; más allá de la que fuera capital de España, en una de las demarcaciones vinícolas de la Comunidad, la magia y la realidad se funden en una única fortaleza para dar lugar a una de las construcciones medievales más singulares de nuestra autonomía. Pues tras los muros de un castillo del siglo XV, ubicado en el pequeño pueblo de Trigueros del Valle, las criaturas de las fábulas y de los mitos, así como los seres más espeluznantes y originales, se dan cita para crear un museo a través de seis salas en las que los enigmas y secretos se van descubriendo a medida que avanzas y donde niños y mayores pueden disfrutar de una jornada a través de lo insólito.
Propiedad del matrimonio de Gutierre Robles y María Guevara, la fortaleza está situado en una colina desde la que sus bastiones parecen gigantes que vigilan a los visitantes que suben, entre risueños y temerosos, por el camino que lleva hasta la torre de entrada, donde los escudos de los dueños presiden la arcada principal. Y, tras pasar el umbral, el esplendor del gran patio llama la atención de los turistas, quienes antes de adentrarse del todo en las diferentes salas –y de comprar la entrada- tienen que enfrentarse a las gárgolas que custodian la fortificación.
Una vez superado el primer obstáculo, la aventura comienza a través de las seis estancias que componen este peculiar y original museo en el que la fantasía y la imaginación juegan un papel fundamental a la hora de disfrutar de cada uno de los rincones del castillo.
Así pues, en este punto lo mejor es dejarse llevar y que los secretos se vayan desvelando por si solos mientras se observan cada uno de los objetos, seres y detalles que se encuentran en las diferentes salas del castillo, esperando para ser descubiertos y, quizás, para dar algún que otro sobresalto.
Y es que nada más girar hacia la primera de las estancias, una gran araña recibe a los aventureros lista para asustar a los más desprevenidos. Al rebasarla, una especie de gruta se abre ante los ojos de los visitantes, y en ella, la ‘Mazmorra de los Dragones’ descubre ante ellos el imponente esqueleto del gran dragón chino. Aquí también podrán conocer al dragón del Pisuerga, el más famoso de su especie, pero cuidado, porque si se arma mucho alboroto podría despertarse. Además, pequeños dragones saliendo del cascarón, fósiles y hasta una réplica del trono de hierro de la serie Juego de Tronos son algunos de los elementos que completan la sala.
De vuelta en el gran patio, y con cautela para no perturbar a la araña, el invernadero es la siguiente parada en este periplo. Un lugar mágico –y el favorito de Gutierre de Robles- en el que crecen árboles milenarios, setas gigantes y gran variedad de plantas; un refugio para las hadas y los duendes que en él moran y que, inmóviles, observan a los viajeros, esperando para volver a cobrar vida una vez que estos pasen.
Nuevamente, las gárgolas sorprenden a los paseantes, ya que la siguiente sala guarda una gran cantidad de secretos científicos y las averiguaciones que realizaba María de Guevara. Así, un extraterrestre en estudio es el primer elemento de la muestra, pero no el único que llama la atención, pues hasta Frankenstein reposa en dicha estancia –siempre bien atado para evitar sorpresas- rodeado de estanterías repletas de frascos, pócimas y brebajes, así como esencias, materias y seres enfrascados junto a un sinfín de libros en los que la científica registraba sus descubrimientos. Para salvaguardar estas reliquias, dos globlins con gafas y batines viven en este recinto, continuando con los estudios que su dueña dejó a medias.
El siguiente alto se encuentra en el ‘Gabinete de las curiosidades’, un lugar reservado para los objetos que Robles y Guevara traían de cada uno de los rincones del planeta que visitaban. Esculturas y reliquias, objetos singulares y mágicos y otros un tanto extraños son los que componen esta larga habitación que protegen dos estatuas de guerreros chinos. Aquí, el busto de Nefertiti, la Dama de Elche, el Fauno de Pompeya, cráneos de la evolución, papiros egipcios y hasta momias en sus sarcófagos presiden la escena. Un escenario perfecto en el que descubrir la historia a través de algunas de las piezas que los recuerdan.
El final cada vez está más cerca, pero antes de pasar a la cámara número cinco hay que atravesar las fauces de un gran dragón enfurecido, capaz de helar la sangre de los más miedosos y de aquellos que se atrevan a perturbar el sueño de los muertos que descansan en el pequeño cementerio a su izquierda o de intentar sacar a Excálibur de la roca en la que se sitúa bajo la pequeña cueva a los pies del dragón.
‘El Salón de la Cryptozoología’ es la penúltima sala y la siguiente parada, un lugar en el que las criaturas más increíbles esperan para ser visitadas. Nada más entrar, un imponente Yeti sobresalta a los más pequeños, que entran confiados sin saber lo que van a encontrar. Pero esta criatura de la nieve no es la única que los va a sorprender, pues el monstruo del Lago Ness también forma parte de esta exposición, así como un unicornio, un fénix, seres con tantos ojos como puedas contar y hasta la Sirena de Rodiles, una criatura mitológica que se encarga de lanzar un mensaje sobre el cuidado de los océanos a todos los que ante ella se paran.
Por último, ‘La Torre Encantada’ es la parte más espeluznante de la visita, ya que estos eran los aposentos privados de la familia varios siglos atrás, una estancia en la que los fantasmas, las cuadros en movimiento, los esqueletos y los pasadizos secretos hacen que los aventureros no se esperen por dónde llegarán las sorpresas. Tras cruzar la primera parte del torreón, una gran cena en la biblioteca espera a los visitantes, aunque no se recomienda tocarlo, ya que los insectos recorren los manjares y pueden estar en cualquiera de los alimentos.
Una vez aquí parece que se ha llegado a un callejón sin salida, pero los más avispados podrán encontrar el pasadizo secreto que los llevará a una sala oculta en la que muñecos diabólicos y de pesadilla se ríen y mueven al son de la roja luz que ilumina la sala. Sin embargo, si el miedo se apodera de vosotros, no os preocupéis, pues podéis saltaros esta habitación y salir a recorrer los muros de la fortificación para llegar de nuevo al gran patio.
Al aire libre de nuevo se puede pasear a través de la exposición de criaturas fantásticas que habitan en nuestro país en las distintas autonomías y provincias, y para los más atrevidos, durante el mes de noviembre, la arena del castillo se convierte en una muestra de las criaturas más espeluznantes de las leyendas y del cine, con motivo de la festividad de Halloween.
Para niños, para adultos y para ancianos, el Castillo Encantado de Trigueros del Valle no deja indiferente a nadie; unos con miedo, otros encantados y con ganas de volver, pero todos con la sensación de haber pasado un buen rato con familia y amigos. Un plan diferente y original que se puede llevar a cabo en cualquier época del año. Eso sí, cuidado con llevarte nada que no sea tuyo, pues los goblins no dudarán en seguirte hasta el fin del mundo para recuperar lo que a sus amos pertenece.
Castillo con historia
El catillo de Trigueros del Valle comenzó siendo una fortificación que hizo construir Pedro Núñez de Guzmán a comienzos del siglo XV, derribando la muralla que rodeaba la antigua ermita del Castillo, donde se asentó la primera villa de Trigueros en la Alta Edad Media.
Más tarde, Fernán Alonso de Robles adquirió el Valle de Trigueros y Juan II le concedió el privilegio de fundar mayorazgo, por ello, a su muerte, fue su hijo, Gutierre Robles, quien heredó las posesiones y, junto a su esposa, María Guevara, realizó obras en el foso y en la barrera en 1457.
Pero este matrimonio no era muy querido por los vecinos de los municipios que componían el Valle de Trigueros –Trigueros, Quintanilla, Cubillas y Corcos-, una relación que tuvo continuos enfrentamientos y que culminó, durante la Guerra de las Comunidades, con la petición de auxilio al obispo Acuña quien, junto a los comuneros de Dueñas, asaltó la fortaleza en enero de 1521. Tras la guerra se reconstruyó la barrera con cuatro cubos que flanqueaban las esquinas.
En el siglo XX, el Ayuntamiento de Trigueros del Valle adquirió la fortificación que, en aquellos momentos, se encontraba en muy mal estado, y comenzó una serie de obras de rehabilitación para, en 2019, convertirlo en un museo encantado con una exposición permanente de las obras de Juan Villa, artista encargado de elaborar los decorados del famoso programa ‘Cuarto Milenio’, y que a día de hoy recibe a cientos de visitantes atraídos por los misterios y las criaturas fantásticas que en él habitan.