1116, el origen de Fresno el Viejo
Cada noviembre la localidad recuerda su nacimiento con la recreación de la Donación de la Villa que realizó la reina Doña Urraca a la Orden de San Juan de Jerusalén y que fue el inicio de la historia del municipio
Una reina, unos terrenos, una fecha y el comienzo de la historia de un pueblo. Dicen las crónicas medievales que cerca de lo que antiguamente era el valle de la Guareña, rodeada de fresnedas entre los ríos Lanzón y Trabancos, se encontraba una pequeña tierra que, gracias a la generosidad de una reina adelantada a su tiempo y a una Orden Hospitalaria, se convirtió en un municipio.
Aquél espacio, conocido como Fraxinum Vetus o Fresno el Viejo, tiene su origen en Doña Urraca de León, en las propiedades de esta monarca y en el 15 de noviembre de 1116, cuando la regente entregó dichos dominios a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, quienes pusieron al frente de los mismos a un comendador que levantó la iglesia, la fortaleza y las viviendas que dieron lugar a esta pequeña localidad vallisoletana.
Un capítulo en la historia de Fresno que, desde hace seis años, los vecinos recuerdan fielmente –durante todo un fin de semana- regresando de nuevo al medievo; evento que este año se desarrolla los días 14, 15 y 16 de octubre y que en cada edición consigue implicar a más de 400 personas en la recreación del acontecimiento que marcó un antes y un después para la villa.
Tal es la implicación del pueblo en este acto y la relevancia que ha obtenido a nivel local y regional, que este año ha entrado a formar parte de la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas, un reconocimiento que según admite Luis Miguel Muñumer, primer edil del municipio, «es una forma de promocionar la feria y al propio pueblo de Fresno».
Tres días de donación
Todo comienza la noche del viernes, cuando las luces del municipio se apagan, las voces se convierten en susurros y el sonido de un carruaje acercándose poco a poco llena el ambiente de un traqueteo acompasado de cascos de caballo. En él, Doña Urraca de León se acerca lentamente hasta el pueblo, donde los banderines, estandartes y guirnaldas ondean al viento atravesando las calles en honor a la reina.
Antorchas en mano, los aldeanos salen a recibir a su majestad, alumbrando el camino en una especie de sibilante pasillo de fuego que desemboca en el centro neurálgico de la vida de la villa, junto al templo, donde el Obispo de Salamanca y el Prior de la Orden esperan.
Después de este recibimiento, realeza y pueblo disfrutan de una cena al más puro estilo medieval. Y cuando hablamos de cena medieval no es sólo por el menú, compuesto por la sopa del Comendador –similar a la sopa castellana-, una costilla asada sobre una hogaza de pan y un postre de la época; sino porque todos estos manjares se comen con las manos, al tiempo que teatralizaciones y música amenizan el convite. Una vez acabada la cena, vecinos y visitantes regresan a sus aposentos para dar paso al descanso y a un nuevo día.
Con los rayos de sol de nuevo brillando en el cielo, la reina, acompañada de su comitiva y los altos cargos, volverá a salir a las calles de Fresno, donde el pueblo, ataviado con sus mejores galas ya comienza a faenar. Tras este breve paseo, Doña Urraca subirá al balcón del Ayuntamiento para dar paso a uno de los actos más solemnes de su visita, pues inaugurará el mercado medieval de una manera muy especial.
Ubicada en la balaustrada de la Casa Consistorial, un águila volará hasta el brazo de su majestad para entregarle un pergamino –que la monarca leerá acto seguido- en el que se cuenta la historia de la donación de la villa. A continuación, el mercado abrirá sus puertas y puestos de artesanía, gastronomía y demostración subirán los telones de sus tiendas.
Inaugurado el zoco también lo estarán las actividades en torno a él, como los espectáculos de aves rapaces, exhibición de armas, actuación de bailes medievales y juegos para niños, entre otros, hasta que a las siete de la tarde la concurrencia se reunirá en la iglesia, donde tendrá lugar la recreación histórica propiamente dicha.
Imponente, Urraca –a quien da vida Sol San Martín, técnico de la Oficina de Turismo del municipio- tomará asiento en su trono en el altar mayor del centro religioso, dando paso a distintos discursos por parte del Obispo de Salamanca, Jerónimo de Perigord, y del comendador de la villa, Pelayo de Arulfiz, encarnados por el párroco de la localidad, José María Gordo, y el alcalde, Luis Miguel Muñumer, respectivamente, para, finalmente, llevar a cabo el acto de la donación. Una vez fuera de la iglesia el evento terminará con un espectáculo de fuego.
Por último, el domingo tendrá lugar la misa medieval que, en honor a la época, se realiza cantando en latín. Aquí, será nombrado el Comendador del año, que en esta edición encarnará el historiador Carlos Belloso Martín, y, a continuación, un espectáculo de bailes y lucha medieval protagonizarán la escena.
Después de un fin de semana en el siglo XII las actividades ya van llegando a su fin, pero antes de regresar al siglo XXI, la plaza de toros del municipio acogerá una justa medieval en la que los jinetes se batirán en combate con no más armas que sus lanzas y su valentía. Proclamado el ganador del torneo, el pueblo despedirá a Doña Urraca.
Actos con continuidad
Además del mercado y de las diferentes actividades que tendrán lugar durante estos días, como en cada edición, la hostelería preparará un pincho especial de época con el que vecinos y visitantes podrán disfrutar de la gastronomía local al estilo medieval.
Por otro lado, el evento recibe un nombre diferente cada año en reconocimiento a uno de los personajes o actos importantes que tuvieron lugar en aquél momento. En esta ocasión, la corporación municipal ha decidido dedicárselo al propio año en el que aconteció, de tal forma que han bautizado la fiesta de este año como “1116. El año del comienzo”.
Del mismo modo, cada edición intenta incorporar pequeñas novedades, y aunque no siempre es posible, este año a los desfiles y pasacalles ya programados se va a añadir un desfile infantil «para que los más pequeños tengan su momento de protagonismo y puedan lucirse». Muñumer explica que este tipo de eventos tienen como objetivo atraer al turismo a la villa y generar así recursos económicos, pero sobre todo dar a conocer la historia que les ha precedido y cómo Doña Urraca les convirtió en quienes son, convirtiéndose así en una de las figuras más importantes para la localidad.
Doña Urraca de León
Nacida el 24 de junio del 1081 en la ciudad de León, Urraca I de León, hija de Alfonso VI de León y de Constanza de Borgoña, fue una de las pocas mujeres que, a lo largo de la historia de España, ejerció la plenitud del poder real. Aunque los comienzos fueron difíciles y los disgustos llegaron con su nacimiento; uno por ser mujer y otro porque su madre no podría tener más hijos, la reina tuvo que enfrentarse a muchas habladurías y malas miradas por su condición de sucesora, un privilegió que perdería durante unos años por un medio hermano que, a su muerte, le haría recuperar lo que por derecho le pertenecía. Su templanza y su carácter, al igual que su firmeza a la hora de no dejarse pisar por ningún hombre, le otorgaron el apodo de ‘La Temeraria’; unas características por las que ha pasado a la historia como una monarca adelantada a su tiempo, empoderada y venerada en muchos de los municipios de la zona y de la Comunidad.